Una isla en la luna

Una isla en la luna, de William Blake

una-isla-en-la-lunaLas virtudes de un buen libro son tantas que la única idea de sistematizarlas no ya en una reseña sino en un catálogo se antoja absurda por inabarcable, sin embargo en ocasiones se presenta la ocasión de destacar una de ellas de un libro no porque sea la más importante ni desde el punto de vista literario ni desde el académico, simplemente por el puro placer de hacerlo. Es el caso de Una isla en la luna, de William Blake, un clásico de la literatura inglesa de mediados de la década de 1780 con triple valor, el literario, el autobiográfico y el satírico. Porque es un texto terriblemente divertido. Y es este aspecto el que me llevó a iniciar la reseña hablando de destacar una virtud por encima de las demás, aun a sabiendas de que no es la mayor, y esa virtud para mi es el increíble potencial destructor de prejuicios que tiene esta edición. Más de un lector al hallarse a un volumen de esta edición se asustará pensando que es un texto para eruditos o para lectores familiarizados con la obra de William Blake, más tratándose de una edición de Cátedra. Pues déjenme decirles una cosa, el texto en sí es terriblemente divertido, ya lo dije, pero es que la introducción (entre prólogo y anexos suman 127 páginas frente a las 110 del poema en inglés y castellano, a lo que hay que sumar las notas al pie) resulta apasionante. No sólo la vida del autor, el tiempo y la obra, que se estudian en profundidad, sino que muy especialmente me ha resultado interesantísima a la vez que muy amena de leer la parte del estudio del manuscrito, el estudio caligráfico, las diferentes teorías sobre él y cómo se llega a ellas y muy especialmente el estudio de una inscripción manuscrita que bien pudiera implicar la pérdida de una parte del original, bien un gran sentido del humor del autor, William Blake. La introducción y la edición corren a cargo, justo es decirlo, de Fernando Castanedo.

Si la introducción nos sumerge en la época, en los trabajos de grabado e imprenta y en la vida de William Blake, el propio texto de Una isla en la luna, es un retrato satírico de la vida literaria de la época, de los salones que el autor frecuentaba antes de que su carácter no especialmente dado a la condescendencia le fuese cerrando las puertas de ese mundo que aquí retrata con tanto sentido del humor como sentido crítico. Sirvan de ejemplo los nombres de los personajes (que el editor relaciona con personas reales del entorno del autor, incluido él mismo):

  • Quid el cínico
  • Succión el Epicúreo
  • Sorbesopas el Pitagórico
  • Columna Etrusca el Anticuario
  • Señora Taladro
  • Gas Inflamable el Buscaires
  • Ángulo Obtuso el Matemático
  • Balanza el Legislador
  • Paparruchas el Sorbepuntas
  • Ardadobo el Deán de Marruecos
  • El pequeño Scopprell
  • Señora Parlotetera
  • Señorita Alfilerín
  • Señora Muletillas
  • Mascu Llera

La acción transcurre en una isla en la luna sospechosamente parecida a Inglaterra, en diferentes casas de los personajes en las que se celebran reuniones sospechosamente parecidas a los salones literarios británicos de la época y sobre los personajes utiliza William Blake su aplicada pluma no para herirles, sino para mostrar su alma. Un texto controvertido emparentado con el Tristram Shandy, controvertido en diversas épocas (especialmente la suya), que es todo un hallazgo.

 

Andrés Barrero
@abarreror
contacto@andresbarrero.es

 

 

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