Reseña del libro “Una noche en la isla”, de Josie Silver
Hace dos años me obsesioné con un libro de Josie Silver titulado Un día de diciembre. Hasta que no lo tuve conmigo y lo devoré no paré. Y sí, lo adoré. Me encantó la historia de Laurie y Jack, la narración, los giros y todo lo demás. Desde entonces, he querido que algún otro libro de la autora me impresionara tanto o más que aquel, pero no lo he conseguido. Con Dos vidas para Lydia la cagué bien. Creí que me enamoraría de la historia y, sin embargo, acabé llorando por las esquinas, porque es un libro cargado de sufrimiento. Y a mí no me gusta sufrir tanto con una novela. Bueno, un poco sí, pero no a esos niveles, ya que era coger el libro y automáticamente estar echando lágrimas.
El caso es que después de aquella mala experiencia me propuse volver a darle una oportunidad a la autora y así lo he hecho. Por lo que hoy os traigo la reseña de Una noche en la isla. Así, a primera vista, me recordó mucho a Un día de diciembre, ya que la portada es muy similar. Y fui a por todas porque la premisa también me atrajo: una joven periodista a punto de cumplir los treinta es enviada por su jefa a una isla perdida de Irlanda con la intención de casarse consigo misma. Pero, resulta que no estará sola, pues un guapo americano también tiene reservada la misma cabaña por error. Así están las cosas. Dos desconocidos que al principio no se soportan tendrán que aprender a convivir juntos en un lugar remoto sin cobertura. Y claro, el roce hace el cariño, por lo que al final los que se odian terminan enamorándose ¿no?
Bueno, pues esto nos ofrece Josie Silver y si os digo que la novela en sí no me ha gustado, os mentiría. Que no es la novela del año, no lo es. Que no me ha encandilado como lo hizo Un día de diciembre, pues no. No lo ha hecho. Sin embargo, Una noche en la isla me ha resultado una historia divertida y refrescante, perfecta para leerla en esta época del año, bajo una manta calentita.
La ambientación es ideal: dos extraños en una isla fría y a la vez mágica y preciosa de ese paraíso que es Irlanda. Con lo que adoro yo a los leprechaun y esos parajes verdes, puedo aseguraros que me he transportado de lleno con Cleo y Mack a Otter Lodge en Isla Salvación en este otoño helado que les toca vivir allí.
Además, los capítulos a dos bandas que nos muestran el punto de vista de cada protagonista hace que la historia sea muy fluida y nos pongamos en el lugar de cada uno. No obstante, en mi opinión, la autora peca al demorarse demasiado en los pensamientos de cada uno de ellos en lugar de darle más ritmo a la historia con los diálogos. Por ese motivo, la primera parte del libro principalmente se me ha hecho algo pesada.
Aun así, la manera de escribir de la autora me apasiona, ya que tiene una pluma desenfadada, natural, muy fresca y divertida. Y cuando la historia coge ritmo y pasa lo que tiene que pasar entre Cleo y Mack, las conversaciones entre ambos son de lo mejor.
En resumidas cuentas, Una noche en la isla es una novela romántica ideal para estas fechas. Perfecta para conectar con dos personajes muy diferentes entre sí y con vidas completamente distintas. Dos personas que por culpa del destino se ven obligadas a soportarse, a respetarse y —¡cómo no!— a quererse. Sin embargo, esta tampoco es la típica historia de amor, por lo que no la esperéis. Hay giros que os van a sorprender y decisiones duras y radicales, pero necesarias. Y sí, esta es una historia de autodescubrimiento personal, de quererse a uno mismo, de encontrarse a uno mismo y de alcanzar la felicidad de la forma más inesperada al lado de la persona menos esperada. Y sí, también es una historia que os hará comprender que las relaciones no tienen por qué ser siempre como nos han hecho pensar. Así que, dicho esto, ¿os atrevéis a pasar Una noche en la isla?