Una rama caída, de Rafael Donaire Casas

Una rama caída

“Afortunadamente no recuerdo muchas cosas de mi niñez, pero de algunas sí que me acuerdo. Tengo grabadas en mi memoria las peleas entre mis padres, cómo mi padre golpeaba a mi madre…”

Hay sinopsis que te preparan para lo peor. Quien empiece a leer la de Una rama caída, sabrá por la misma que estamos ante una novela dura, muy dura. No seré yo quien diga otra cosa, pero tengo que agradecer sinopsis como esta que no son utilizadas para destripar el argumento. Lo mejor es que simplemente se haga un aviso al lector de lo que va a encontrar, como pasa en este libro de Rafael Donaire Casas. Detrás de esa dura y contundente primera frase llena de sufrimiento encontramos una historia sencilla, pero a la vez maravillosa.

Una historia que comienza en el barrio de Tetuán, en un Madrid de posguerra muy empobrecido. Juana se queda viuda con cinco hijos a los que tiene que sacar adelante. La pequeña de todos ellos, Isabel, empieza a cargarse de responsabilidades a muy temprana edad, creciendo poco a poco en el seno de una familia que no le proporciona felicidad y de la que se encuentra aislada en muchos momentos. Llega a la madurez con las ideas muy claras de lo que quiere encontrar, sobre todo en lo que a hombres se refiere, y terminará en los brazos de un apuesto joven llamado Francisco, con el que tendrá dos hijos. Y una vez llegados a este punto, prefiero, tras lo dicho en el párrafo anterior, no ser yo el que destripe toda la trama del libro. Aunque uno puede llegar a imaginarse que lo que sucede a continuación no será plato de buen gusto.

El inicio de la novela está narrado en tercera persona. El autor nos va presentando a los personajes y el pequeño mundo construido alrededor de los mismos. Será en la segunda parte cuando el relato pase a manos de Álvaro, el segundo hijo del matrimonio entre Francisco e Isabel. Este es sin duda el personaje con el que más he llegado a empatizar. Su vida no será sencilla, pero siempre intenta actuar de una forma correcta y concienzuda, lo que no siempre es sinónimo de acierto.

Una rama caída ha sido una sorpresa para mí. Esperaba una historia dura, y así ha sido, pero no esperaba encontrarme con un libro tan bien armado y desarrollado. Rafael propone una narración lineal, en la que vamos conociendo, amando y despreciando a sus personajes a partes iguales. El autor imprime a la novela un ritmo sereno, tranquilo. Con mucha narración y poco diálogo, la historia va calando dentro del lector, sufriendo con las desgracias de los personajes y alegrándonos con las pequeñas (y pocas) victorias que el día a día les otorga. El punto fuerte de esta novela se encuentra en la cercanía y la cotidianidad. La familia de Isabel y Francisco puede ser el reflejo de muchas familias que tuvieron que pasar desdichas e infelicidades durante décadas, sobre todo en épocas como el Posfranquismo o los años 80.

Que libros como este no lleguen al mercado editorial de la mano de algún sello más reconocido nos habla a las claras de lo difícil que está a día de hoy este mundo en el que nos movemos. Una rama caída es una pequeña joya que debería ser más conocida entre los lectores. Rafael Donaire Casas escribe una novela con un realismo que asusta; un libro lleno de amor y valentía, pero plagado también de tristeza, cobardía y desarraigo.

César Malagón @malagonc

 

 

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