Una revolución pequeña

Mi amigo Fernando me ha regalado un libro titulado “Una revolución pequeña”, de Juan Aparicio, autor que no tenía el gusto de conocer, pero al que seguro a partir de ahora leeré y voy a ir siguiendo; con mucho interés,  y como últimamente Lengua de trapo me está atrapando en sus lecturas, me sumerjo sin demora en la historia.

Estoy en el salón de mi casa rodeada de mi familia, acostumbrados ya a verme con un libro entre las manos y unas lágrimas a punto de escapar, cuando les sorprendo con unas sonoras carcajadas, y es que el arranque del libro no puede ser mejor, me ha pillado por sorpresa, y como no suelo leer las contraportadas, para evitar mensajes previos, dejo que me arrastre por sus páginas sin ninguna idea de por donde me llevará esta singular historia.

El relato se inicia con un accidentado vuelo, por las inclemencias del tiempo, que sufre Esteban Gómez, un abogado que regresa de un viaje de negocios y al que le da miedo volar. ¿Será que Fernando sabía que soy patológicamente igual de miedica en lo de volar? Su compañera de vuelo, una extraña mujer, logrará tranquilizar al abogado pero a partir de ese momento se convertirá en una auténtica pesadilla en la vida de Esteban.

Nuestro miedoso abogado está casado con una famosa y competente comisaria, Sarita Lagos, que deberá desentrañar la extraña historia en la que se ha visto envuelto su marido, y justo cuando ella va ha vivir uno de los momento más importantes de su vida.

Antes hablaba de humor, negro y no tan negro, pero, tanto o más interesante e ingeniosa es la ironía que utiliza el autor, apoyada en una sátira social  muy mordaz en la que no deja que ninguno de sus personajes se muerda la legua, pues seguro que moriría envenenado.

Sí, la trama me ha gustado por original y sorprendente, y suele ser difícil conseguir mantenerla cuando el arranque es tan hilarante y espectacular, pero lo consigue, y lo consigue página tras página, dosificándonos la información con gran astucia e inteligencia.

El libro está estructurado en capítulos cortos, con una prosa muy cuidada, y no puedo dejar de hacer referencia a esos diálogos que utiliza de forma tan brillante, dándole a la historia un buen ritmo y agilidad en la lectura, y consiguiendo con todo ello un efecto total sobre el conjunto del libro.

Un libro en el que se muere y se mata con mucha gracia, donde todo, hasta los objetos, tiene su importancia.

Susana Hernández