Ya sé que estamos viviendo momentos complicados y que nadie jamás se iba a imaginar lo que este 2020 nos depararía. Precisamente por eso hoy os propongo un viaje. El sitio a mí me pilla cerca, pues solo tendría que coger el tren y en unas pocas horas ya estaría en Toledo. En cuanto al tiempo… En cuanto al tiempo, ahí sí que tendría que viajar un poco más. Y es que en esta ocasión nos vamos ni más ni menos que al siglo XIII, plena época medieval. Ya os habréis imaginado que estamos ante una novela histórica, y estáis en lo cierto. Pero la verdad es que la novela de la que vengo a hablaros hoy es mucho más que eso. Y si no, me contáis después de leer esta reseña.
Como digo, en Una semana de libertad tendremos que viajar al Toledo del siglo XIII, en plena reconquista. Es un momento de la historia donde cristianos, musulmanes y judíos conviven en una tensa mezcolanza. Todo comienza cuando un sefardí decide comprar unos amplios terrenos que están muy cerca de la Catedral. Antes de que llegara este hombre, el arzobispado tenía pensado construir en ese lugar una diócesis, por lo que no le sienta muy bien cuando se entera de que el judío ahora tiene el poder de decidir qué hacer con esos terrenos. Aquí es donde viene lo interesante: el arzobispado va a hacer todo lo que esté en su mano para evitar que el judío se salga con la suya, y en esa odisea veremos que, aunque los personajes tienen sus diferentes creencias, al final todos están unidos por una misma causa: sobrevivir.
En esa red de mentiras, engaños e identidades ocultas que tiene como objetivo camuflarse y volverse invisible, será el amor el que tome el protagonismo. El judío, lejos de quedarse con los brazos cruzados ante la presión del arzobispado, sabe que tiene una baza que le hará ganar puntos en esa batalla a tres bandas. Y esa ventaja no será otra que su hija, una preciosa mujer que atraerá el corazón del enemigo y que hará que el amor acabe primando por encima de la guerra y de cualquier lucha de poder.
Lo que más me ha sorprendido de este libro ha sido el trabajo y la documentación que hay detrás. Me ha parecido un proceso muy ambicioso (pero mucho, en serio), ya que el autor, Rubén Harrysson, no solo no se conforma con darnos una trama atractiva y que engancha, sino que además decide hacerlo en una época muy concreta donde el choque cultural estaba a la orden del día. Es ese choque cultural el que hace que me pregunte cuánto tiempo (cuántos años) le habrá dedicado el autor al desarrollo de todo lo que ocurre en sus más de seiscientas páginas. No solamente encontramos una buena ambientación (aquí es donde reconozco, a riesgo de que me juzguéis, que no he estado nunca en Toledo, pero que después de leer este libro es como si lo hubiera visitado mil veces), sino que la personalidad de los personajes está muy labrada acorde con la época.
Esto último lo voy a desarrollar un poco porque creo que se merece una mención especial. Veréis, dentro de la novela encontramos varios personajes que vienen de culturas distintas. Así, como decía antes, tenemos cristianos, judíos y musulmanes. Todos ellos conviven en el Toledo de la reconquista con un fin concreto: sobrevivir. Por eso, aunque todos tienen sus ideales, sus creencias y sus convicciones que les hacen diferentes a los demás, la realidad es otra muy distinta. Descubrir esas capas tras las que se esconden los personajes será tarea del lector, pero para ello, el autor ha tenido que hacer un gran trabajo de investigación. Sin él, nada de lo que contiene la novela nos resultaría creíble, pues a la mínima falta de detalle, el lector acabaría abandonando la historia. Y os aseguro que eso no ocurre en ningún momento, ya que la persona que está al otro lado del libro está viviendo lo que lee como si él mismo perteneciera al siglo XIII.
Tengo que admitir que hace relativamente poco tiempo que leo novela histórica. Hace años me costaba muchísimo meterme en este género. Y no porque no me gustara, sino porque me resultaba muy complicado leerlo; tanto, que no era capaz de pasar de las primeras páginas. Poco a poco me he ido acostumbrando a este género gracias a libros que he descubierto en este blog y eso ha hecho que me diera cuenta de qué era lo que estaba pasando: no estaba leyendo los libros correctos. Una semana de libertad hace que esta teoría coja más fuerza ya que provoca que me reafirme en la idea de que encontrar el libro adecuado en el momento adecuado puede cambiarlo todo.
Gracias a esta novela de Rubén Harrysson —editada por Caligrama, por cierto—, he tenido el placer de viajar a un lugar para mí desconocido hasta ahora. Y no solo eso, sino que también he podido ser juez y parte en una trama donde las mentiras están a la orden del día y donde hay que investigar un poco para averiguar qué se esconde realmente detrás de cada personaje. Sin duda, una gran novela para pasar un rato muy agradable y entretenido a la vez que se descubre que la historia, por muy lejana que quede, sigue siendo muy parecida a la que vivimos hoy en día.