Reseña del libro “Unicornia: Un lío con brilli-brilli”, de Ana Punset
«Unicornia, Unicornia, Unicornia…», cada vez que lo pronuncio siento que me estalla la boca en arcoíris de purpurina. No es de extrañar que aparezca uno en la portada, aunque la purpurina de la cubierta no se pueda apreciar en la miniatura. ¿Y es que quién no ha querido tener, o al menos ver, un unicornio? ¿Y si te dijera que viven en una ciudad secreta? Yo la tendría listada como próximo destino vacacional, pero las hay que tienen más suerte, como Claudia, que se ha ido a vivir allí con sus padres. Ana Punset nos presenta a través del sello Montena lo que sería el primer libro de una serie ideal para la persona ideal.
Claudia lleva dos semanas en Unicornia y es hora de empezar el colegio. Enseguida se da cuenta de que ese año no cursará las típicas asignaturas: ¡Cases de Pócimas! ¡Historia de la Magia! ¡Vuelo en unicornio! Quién lo pillara. Otro deseo del imaginario colectivo. Pero hasta en las escuelas más maravillosas existen los exámenes, porque ¿de qué otra manera se podría evaluar lo aprendido? Lo que ocurre es que Claudia tiene una racha un poco patosa y además le da miedo volar. Pero debe hacerlo o la bajarán de curso por no tener el nivel adecuado. ¡Ahora que ha hecho nuevas amigas!
Unicornia: Un lío con brilli-brilli combina a la perfección los deseos y preocupaciones que surgen a esa edad. Porque, aparte del nivel de comprensión lectora, eso es lo que distingue la literatura infantil-juvenil de la adulta: los temas de interés. La escuela supone todo un mundo para los niños, junto a otro pilar, el de la amistad. Por eso se pueden sentir muy identificados con Claudia, con su miedo al fracaso y su inseguridad que convierten en algo terrible el hecho de que puedan suspenderla. ¡Se acaba el mundo! Pero ya es grande, así que en lugar de recurrir a los padres como haría cualquier niña de dos años, se apoya en las amigas. Un ejemplo ideal de que, a medida que crecemos, vamos ampliando nuestro círculo social para tener en cuenta a más personas. Por si esto no fuera poco, viene con lección incluida, y es que los miedos se deben afrontar para poder superarlos. Aunque se haya montado un lío, ¡no vale rendirse! Y mucho brilli-brilli, por favor.
En la redacción se nota la habilidad de Ana Punset. Una escritora con experiencia en libros juveniles, más que la suma de los dedos de las manos y los pies. No he podido evitar sonreír con muchas de las ocurrencias. Porque es una adulta quien escribe, sí, pero debe adaptarse al alma de un niño y no es tarea fácil hacerlo sin que suene forzado. En la narración también se intercalan algunas listas —«Cosas que me imagino del colegio»— que te sacan momentáneamente de la historia para darte cuenta de que sí, tú también tenias esa manía. Y era algo muy serio —«superhipermegaimportante»—, casi como una planificación de futuro. A todo esto hay que sumar la cucada de ilustraciones en rosa-negro de Diana Vicedo, que prácticamente ocupan todas las páginas y hacen de la lectura un regalo para la vista.
En cuanto me topé con la portada de Unicornia: Un lío con brilli-brilli, me vino una persona a la cabeza. Una muy concreta. Parece que el libro se haya escrito para ella. Puede que os haya pasado igual, y si no sabéis quién es esa persona, merece la pena conocerla. Hablo de las que mantienen la inocencia intacta y son capaces de alegrarte un día descafeinado con su sonrisa. Y si yo me lo he pasado pipa con Claudia, Paula, Sara y Chai, ella será capaz de viajar a Unicornia para conocerlas en persona. El libro incluye un mapa, así que no hay pérdida. Un poco de sirope y rumbo al refugio de unicornios. ¿Le dará tiempo a visitar el parque de atracciones mágico? Espero que cuando regrese me traiga una de esas piruletas cambiaformas. Mientras, me quedaré por aquí esperando las próximas publicaciones.