Reseña del libro “Utopia Avenue”, de David Mitchell
Vale, de primeras era fácil, el punto de partida prometía de lo lindo: una ficción sobre una banda de pop-rock llamada Utopia Avenue surgida de la nada en el apogeo de aquellos maravillosos años sesenta londinenses, que alcanza el estrellato con un sonido innovador y un talento único a base de mezclar lo mejor del jazz, el folk y el rock psicodélico californiano. Con esta premisa inicial, como le digo, yo me lo pillé de inmediato y ahora veremos si el/la inmortal rocker que dormita en su corazón digitalizado le empuja a usted a hacer lo mismo.
Pero claro, faltaba la prueba del algodón. Porque después de que surja la idea tienes que saber qué hacer con esa idea, tan facilona a priori (aunque luego, si lo piensa, no hay muchas novelas de ficción sobre bandas de rock, ¿no cree?). El caso es que tienes que contarlo como si estas fueran las memorias definitivas de los/as mismísimos/as (y ponga usted aquí el nombre artístico que más le apasione), para que trescientas y pico hojas de papel escritas a doble cara no sean sólo un silencioso atentado contra el medio ambiente (aunque el papel del libro es reciclado) o contra el poco tiempo que le resta de vida a la gente que decide leer este tipo de ladrillitos. Porque no solo eran los sesenta y ya. La contracultura, Vietnam, los derechos civiles, las drogas y el verano del amor y tal. No. Había que llegar al número uno.
En primer lugar, aquello debía de contener varias decenas de personajes de ficción tan reales como el puto Keith Ri…eh, bueno… quiero decir como el gran Leonard Cohen. Sí. Aquello debía conseguir que cualquier lector (incluido yo mismo, que ya solo le hago la ola a Raphael) estuviera más pendiente de las idas y venidas de los Utopía y de toda la cohorte de gdp´s (gente de diverso pelaje) que les acompañaba, que de dónde coño pasar las vacaciones en este infernal verano.
En segundo lugar, y por si los mitómanos empezaban muy pronto a salivar, había que meter en la movida a los que de verdad estuvieron allí. Me refiero a un tal Jimi Hendrix, a Brian Jones, a los David Bowie o a las Janis Joplin de turno (aunque yo me quedo con la aparición estelar del pintor Francis Bacon y su caterva de liberales acompañantes. Brutal). Porque no valía con citarles mientras cantaban en algún club nocturno, no. No valía contextualizar con cuatro pinceladas para crear una ambientación más o menos creíble al más puro estilo J.N. Eso podría hacerlo cualquiera. (Incluyendo a J.N.) No. Había que ponerles en movimiento. Teníamos que “escuchar” sus voces. Tenían que participar. La realidad al servicio de la ficción. Como debe ser.
Y para terminar, como remate, la cosa debía apestar a los sesenta. Lógicamente. Tenía que olerse el rock and roll y sus viajes lisérgicos sesenteros. El sexo y el amor libre. El abrumador éxito, el oscuro fracaso y las tragedias convertidas en mitología. Locales de ensayo, mods, beatniks, rockers, garitos de mala muerte, conciertos apoteósicos, entrevistas en la radio, letras de canciones y un fantástico paseo por el proceso creativo de una banda de rock. ¡La leche! Y, por supuesto las calles de Londres en 1967. Y de Nueva York. Y California y San Francisco en plena ola psicodélica. Los negocios más sucios, las fiestas más glamurosas. La vida y la juventud viviendo y muriendo al mismo tiempo en aquel1968.
David Mitchell consigue todo eso porque es un fantástico escritor, mundialmente conocido (y premiado) más por sus libros de (oscura e inquietante) ciencia ficción, como Relojes de Hueso (cuya reseña podéis leer aquí), que por este tipo de novelas, más “frescas”, quizás menos personales, pero igual de buenas. Porque (casi) todo lo que suelen hacer los grandes lo suelen hacer bien y David Mitchell se ha sacado de la manga esta vez una de las mejores historias que he leído sobre aquella mágica época de revolución social y cultural que fueron los años sesenta.
¡Bien, querida gente del mundo que os resistís a la decadencia y a la barbarie!
¡Desde los estudios de Atlantis FM, en esta asfixiante mañana de martes, os dejo un bombazo veraniego que ni los Beach Boys!
¡Como si del mismísimo Phil Spector se tratara, aquí tenéis al gran David Mitchell haciendo maravillas con las manos y poniéndole a todos estos elementos sesenteros su propio arte hecho de palabras!
¡Con esa desbordante, romántica, hipnótica y certera narrativa suya Mitchell ha conseguido que este Utopía Avenue, su última novela, publicada en EE.UU. en 2020 y que nos traen este año por estas tierras los amiguetes de Random House, vaya subiendo como un tiro a nuestro Top Ten particular del año!!
¡Se llama Utopia Avenue, gente!
¡Una novela para volver a los sesenta…
sin necesidad de comerse ninguna pastilla!
¡Soy Lalo Cura y os saludo desde algún lugar de la luna!
¡Feliz verano, felices lecturas y viva el Rock and Roll!
¡Ouh yeah!