Alguien me dijo sobre este libro que me gustaría ¡Y vaya si me ha gustado! me faltaba muy poquito para terminarlo cuando me tocó ir a Zaragoza al hospital Provincial, que en realidad se llama “Virgen de Gracia”, allí no solo curan a mi familia, sino que lo hace gente que nos quiere y a los que apreciamos.
Es el hospital más antiguo de Aragón y uno de los más antiguos de toda España. En la actualidad está reformado y muy mejorado, pero no por ello ha perdido su esencia de antiguo sanatorio. Merece la pena ver su interior que posee retablos de Goya y Luzán. Y les cuento todo esto porque muy cerca de la zona por la que paseaba de rato en rato, pasa gran parte de lo que nos narra el autor en esta novela.
Lo he leído con la misma atención con la que escuchas a una amiga contarte su vida, porque en el fondo de eso se trata, de la vida; y es que hablar de una historia familiar es hablar de uno mismo, intentar llegar a comprender y a comprenderse, y por la forma en la que lo cuenta, en este caso en femenino singular, sin escatimar un ápice de dureza pero con el cariño que en el fondo se siente por quien te ves obligado a querer o a odiar con toda el alma, llega al lector con toda la pasión que la narradora pone en ello.
Porque uno no es su familia pero en el fondo la familia está ahí, para bien o para mal; ya saben aquello que nos contaba Tolstoi en Anna Karénina que todas las familias felices se parecen pero las infelices lo son cada una a su manera….
Y será por eso que hace tiempo que no reía y que no lloraba con una historia como esta, y me he creído a la narradora y he olvidado al autor, y no quiero saber, como no lo querrán ustedes, que es ficción porque para muchos pueden llegar a ser retazos de su propia vida.
La mayoría hemos vivido en familias felices unos ratos e infelices en otros, y es cierto que si lo piensan, cundo lean este libro, verán que la felicidad se parece mucho y que realmente las miserias familiares son lo diferentes, porque cada uno siente el dolor a su manera y en una intensidad distinta.
Este estupendo libro titulado Vaciar los armarios, es, en definitiva, una saga familiar que se extiende desde el inicio de los años cuarenta hasta casi la actualidad. La Guerra Civil…, pues ya saben, terminada, y cada uno de los que han quedado, a lo suyo. La voz que narra es femenina y en ningún momento, como ya les he comentado se deja ver al auto. Un trabajo narrativo perfecto que atrapa desde su inicio, por el fondo y por la forma, y que no esconde ninguna de las miserias que todos sabemos que hay en cada casa.
Hay entre los agradecimientos muchos y a distintas personas, algunas de ellas conocidas para mí, pero lo cierto que es que estos agradecimientos, que unas veces los leo y otras no, en este caso no he podido dejar de ver que allí estaba Eva Puyó, y no me ha extrañado, ella abrió ese melón con su Ropa tendida, tampoco ella hurtó al lector algunos temas familiares delicados, tan delicados como su forma de narrarlo.
Ahora Rodolfo Notivol, lo hace pero a lo grande, porque aquí estamos hablando en mayor o menor proporción de seis generaciones. La que nos cuenta la historia es Marina, la segunda de 7 hermanos, de un padre ex legionario y luego Conserje en un hospital, y una madre … Especial, a la que es difícil poner calificativos. Pero es madre, ha pasado una guerra, el miedo, hermanos en el exilio, y probablemente nadie tuvo tiempo para educarla en el amor y en el sufrimiento, se trataba de sobrevivir.
El inicio del libro, sus primeras líneas ya nos hacen presagiar que la madre va a ser el eje fundamental de la historia:
“Si estaba enfadada o tenía un mal día y uno de nosotros se acercaba a darle un beso, mi madre decía:
—¡El beso de Judas!
Y tenías que ser tú quien lo hiciera todo, porque ella ni se molestaba en poner la cara.
Otra cosa que le gustaba hacer era amenazar.
—Ya verás cuando subas —decía, asomando medio cuerpo por la ventana del comedor cuando estábamos en «el jardín»—.Te voy a arrancar la piel a tiras….”
Marína le cuenta la historia de la familia a su sobrina que abarcará, como les decía, un total de seis generaciones. Ahora sí les voy a dejar que les hable el autor que comenta que “como toda narración sobre una familia, se pregunta sobre ese montón de temas que están en el centro de todas ellas: el cariño y sus complicaciones, la incapacidad para expresar los sentimientos, la búsqueda de la felicidad, las palabras que nunca llegaron a decirse, las manos tendidas… He querido que fuera una historia que atendiera a los pequeños detalles, que hablara de seres humildes y que estuviera llena de mujeres, mujeres complejas y poderosas. Todo contado sin condescendencia, pero con una mirada compasiva…”
Pues yo les digo que lo ha conseguido, que ha hecho una novela redonda, magistral, de las que puedes llegar a incluir entre la gran literatura pero con la ventaja de que para todos nosotros va a ser entendida, y sobre todo sentida, sabemos de qué nos habla y sabemos que es lo que calla, esa es la ventaja que tiene saber hablar desde el interior del ser humano a través de personajes a los que podemos llegar a querer y odiar al mismo tiempo.
La historia se desarrolla en Zaragoza, y es cierto que yo he vivido en esa ciudad muchos años, pero eso no quita, y quiero que quede muy claro, el carácter general de la novela, es provinciana, porque así es la vida, todos tenemos en este país un pasado histórico provinciano. El libro hace una pequeña referencia a Azuara, ¿Qué sé yo la relación que Rodolfo Notivol tiene con ese pequeño pueblo? Y es que estamos hablando de seis generaciones y en mi caso y en el suyo y en el de muchos hablaríamos de pequeñas localidades de las que algún día salieron nuestros ancestros ¿Cuantas familias se vieron obligadas a movilizarse de un lado a otro por culpa de la Guerra Civil? Pero NO, no habla de la esa Guerra, no teman, no es una novela sobre ella, es una novela en la que lo que había que hacer ha estaba hecho. La vida, que parece que no quiere pasar y al final terminamos como empezamos, con la familia alrededor de una mesa, como un domingo normal, pero la vida ya lo creo que ha pasado.
Es una novela estupenda, no quiero presionarles pero … tienen mi correo y esta página a su disposición para decirme que me equivoco, que no tengo razón, y que historias como esta que les estoy ofreciendo no les ha hecho penar que está escrita con retazos de nuestras propias vidas.
Jajaja, ¡qué graciosa con eso de que no quieres presionarnos! Al principio, conforme te leía, me estaba gustando pero no tanto como para decidirme a cogerla, pero hacia el final ….. creo que me podría gustar. Esa madre a la que cuelgas el adjetivo “especial” , ¿sabes? en mi mundo es sinónimo de nada bueno, como me parece que es en el tuyo, jajaja, hoy en día está de moda utilizar el adjetivo “tóxico”. Y por decir algo positivo, ¡hay que ver, por lo menos, lo mucho que sin embargo contribuyen a hacer de una novela algo rico! jajaja
Ya sabes que estoy con Ana Karenina, así que esa frase la tengo fresca, y si al principio no estaba muy conforme, ahora lo estoy más, aunque todavía no del todo, porque si todas las familias felices se parecen, podría significar que para la felicidad hay muy pocos caminos diferentes que elegir, que el comportamiento de sus miembros tiene que ser muy similar, y esto ya da para un club de lectura.
MI querida Icíar, es increíble como puedes llegar a conocer a alguien solo por lo que escribe, aunque sean reseñas. Cierto, esas madres especiales al final son la salsa de la vida jajajaja o por lo menos de la literatura. Sí, es cierto que hay personas tóxicas, y nunca quiere nadie creer que sea el caso de una madre… Por otro lado, sigue con nuestra querida Anna, yo no creo que la felicidad nos haga uniformes, pero crea armonía y eso es lo que creo que quiere decir Tolstoi, que cuando entras en un hogar feliz, se nota ¡Qué maravilla los Clubes de lectura y qué maravilla esto de internet que nos hace estar tan cerca para poder hablar de literatura!
Un fuerte abrazo!!