Reseña del libro “Valencia Roja”, de Ana Martínez Muñoz
Seamos realistas: las librerías están llenas de novedades de novela negra. Cada semana, carros y carretas. Detectives o policías, de lo más peculiares viviendo dentro de una rutina vulgar a más no poder, que se esfuerzan en resolver los asesinatos de turno siempre muy retorcidos y basados en una determinada temática. Libros que surgen del frío nórdico o de la calurosa sabana africana. Da igual. El género se ha expandido globalmente sin remisión y muchas de estas novelas, por no decir que todas, son un calco en su estructura, desarrollo y desenlace.
Afortunadamente, el noir español no pasa por muchos de los lugares comunes arriba mencionados (aunque el final de esta Valencia Roja sí se pasea por alguno) y tiene protagonistas que se ajustan casi fielmente a lo que entendemos por personas normales de carne y hueso. Ese es el caso de Nela Ferrer, nuestra jefa del Grupo de Homicidios en la que, según reza la faja, parece que va a ser el inicio de una nueva saga policiaca. Una persona que arrastra un pasado y unas cicatrices de los que huye, igual que huye de Madrid (¿pero quién coño en su sano juicio no huiría de Madrid, y más en concreto en el actual Madrid?) para rehacer su vida en su Valencia natal.
«No ha contado toda la verdad, porque la verdad aún duele demasiado. Si continúa hablando, corre el riesgo de desmoronarse y no está preparada para admitir lo que vivió. Lleva meses negándose a sí misma lo ocurrido, tratando de olvidar. Porque recordarlo le produce vergüenza y rechazo.»
Y el primer gran caso del que ha de ocuparse Nela es el del brutal asesinato de un conocido director y productor de cine porno coincidiendo con la celebración en la ciudad del primer festival dedicado al género, bautizado como Valencia Roja. Cuando digo “brutal” es porque lo es. No ha sido un crimen normal, hay clarísimos indicios de que el asesino ha planeado y cuidado la escena tanto para no dejar ningún rastro de él como para que el descubrimiento del cadáver cause el mayor impacto posible. Por desgracia, no será el primer cadáver que aparezca con características parecidas y Nela y su equipo tendrán que trabajar bajo presión días, noches y fines de semana para lograr atrapar al malvado criminal, cosa que no va a ser nada fácil porque no tienen indicios, ni nada que vincule entre sí a las víctimas, ni nada de nada… Además de la presión de arriba, de la prensa y del consejero tocapelotas de turno, Nela tiene que demostrar a su equipo y a sí misma, que está preparada para afrontar este caso.
«El porno es cultura»
¿Es esta la primera novela del género ambientada en el mundo de la pornografía? Realmente no lo sé. Seguramente no lo sea, pero creo que es la primera que yo leo. En cualquier caso, ya era hora de que alguien se atreviera a meter bukkakes a mansalva en una novela. Todos hemos mamado porno y es cierto, como se recalca en la novela, que su consumo se inicia cada vez a más temprana edad. Pero antes no era tan accesible como ahora, que a golpe de clic se pueden buscar los vídeos que se quieran, por muy raros que sean los gustos de uno. Y, para ser sinceros, ¿quién a estas alturas no ha participado en un par de bukkakes o en un glory hole o en tres o cuatro gang bangs?*
Pero va, al turrón. Nadie, absolutamente nadie, diría que esta es la puta ópera prima de Ana Martínez Muñoz. Ha conseguido crear un novelón (de 420 páginas que me he comido en tres días) adictivo y fácil de leer, con una trama solvente y unos personajes con personalidad propia (tridimensionales que se dice ahora), creíbles y con los que podemos empatizar con facilidad. Una Valencia Roja que no se enrolla en detalles y que en seguida va al grano (ya en el capítulo cuarto encontramos al primer muerto y hay que tener en cuenta que los capítulos son muy muy cortitos).
«Es lógico escuchar alabanzas sobre alguien que ha muerto, pero tanta perfección me chirría. Dedicándose a lo que se dedican, es imposible llevarse bien con todo el mundo.»
La estructura, como ya he dicho, se basa en capítulos muy cortos en los que el narrador nos cuenta el progreso de la investigación alternando con varios miembros del equipo tanto en el ámbito profesional como en el familiar. Destaca favorablemente la desazón que se instala en el subinspector Valbuena (un ejemplo perfecto de la mencionada tridimensionalidad) y la reflexión en torno al porno y a la educación sexual que no está dando a sus hijos a raíz de los avances y descubrimientos que se hacen durante la investigación. Una reflexión de la que deberían tomar ejemplo muchos padres para prevenir males futuros y una aguda mirada a la manera en la que la sociedad convive, o, mejor dicho malvive, con el porno.
Una novela de la que no puedes salir porque Nela te necesita a su lado, para que seas su confidente y la animes a seguir aunque realmente no le hagas falta porque ella es más fuerte que tú y que yo, lector, y te lo acabará demostrando.
Si esta es una primera novela, no quiero perderme la segunda ni la tercera ni ninguna de las que tenga Ana Martínez Muñoz en su magín y sugiero un título para su segunda novela: Logroño (o La Rioja) rubí.
Por último, y esto no es cosa de la autora, aunque la portada no está mal, ¿es acaso un homenaje a la colección La sonrisa vertical de Tusquets?
*LibrosyLiteratura hace saber a sus lectores que las opiniones de este reseñista no siempre coinciden con las opiniones de este reseñista.