Lo más difícil es el comienzo. Ya sea al empezar a escribir un libro o una reseña. Dar con esa frase o frases que hagan morder el anzuelo al lector lo suficiente como para que siga queriendo leer las siguientes. Y luego ya, claro, saber mantener el ritmo y las expectativas, o elevarlas más. Empezar con un terremoto y de ahí para arriba, que diría Cecil B. DeMille.
Parece que So Blonde (letras y eso) se aplica la máxima como si fuera uno de los diez mandamientos en este tebeo que ha pergeñado a pachas con Marta Masana (arte y ajuar), y que viene a ser un “retrato social costumbrista en clave de psicocomedia intergeneracional con toques lisérgico onanistas y algo de picar pero light”. Y digo que lo parece porque en la primera viñeta, son las 6.59 de la mañana y todo es paz y silencio, (salvo la abuela Asunción que lleva desde las cinco en pie y sale a escena con un “Aiing, señormedueletodo…”), pero un minuto después irrumpe Mari Carmen, la hija de Asunción, como la mismísima reencarnación del estrés porque el despertador no le ha sonado a las 6, está sin coche, tiene que estar pendiente de que la perra cague, de que su hija, Luna, vaya al insti y de que su madre se tome las pastillas que dice que no se toma, pero que en realidad sí se las toma aunque dice que no para joder. Y además por la tarde tiene curso de inglés y sesión con el psicólogo. ¿Terremoto o no? Queda la duda de saber si es lunes…
Pero Mari Carmen va a tener que lidiar también con su exsuegri, –que a pesar de haberse portado muy bien con ella no deja de mirarla por encima del hombro–, y con la vuelta al país de su mejor amiga, hecha una sílfide y con ganas de vivir la vida a tope y por dos (por ella y por su difunto marido), quien se va a ocupar de llenar de actividades la agenda ocio-sentimental de Mari Carmen arrastrándola, a su pesar, a una vida sin un minuto de descanso ni para relajarse tocándose el chichi en la bañera.
Por si fuera poco, en el curro va a tener que aguantar que le bajen el sueldo a cambio de una mayor carga de trabajo…
Vamos, nena, que te comen la merienda es una sátira, una caricatura de los tiempos y batallas cotidianas que nos han tocado vivir (y también, en el fondo, de la falta cada vez mayor de ese tiempo), sobre todo a las mujeres. Una crítica divertida en la que reconocemos situaciones que se repiten cada día y a las que nos hemos acostumbrado (capitalismo, machismo, nuevas tecnologías, culto al cuerpo, crisis de los cuarenta, crisis de las economías familiares, explotación y precariedad laboral y sandías muy muy gordas). Un retrato de lo cotidiano, de mujeres de verdad, con problemas para llegar a fin de mes, pero también con sus pequeñas alegrías.
El dibujo de Marta Masana es el que mejor le va al cómic: sutil, fresco y muy expresivo, se ajusta como picha al culo a las situaciones propuestas por la So y eso facilita que la historia se lea con gusto y más rápido que un pedo de Flash.
Vamos, nena, que te comen la merienda es un divertimento entretenido que no pretende ni más ni menos que ser eso mismo y contar de forma natural, jocosa (¡qué palabra!) y sencilla el día a día de una familia española (abuela, madre e hija) en la actualidad y de paso, visibilizar también a las mujeres desde el punto de vista de tres generaciones.
Y nada más. Que lo leáis que seguro que alguna risa os echáis. Y que yo ya me he aficionado a la goliarda de So Blonde. Que de no saber quién era ha pasado a ser esta ya la tercera obra suya que leo en poco tiempo (La Tríada, Última noche en el páramo) y que, aunque sea en ocasiones un trasunto de Carmen de Mairena (lo siento, So, pero, te guste o no lo has dejado a huevo al principio con tan consonántica rima matutina: “He desayunado fruto de madroño, todos los nenes me comen el coñ…”), vale muy mucho la pena leer sus ocurrencias y paridas. Siempre.