Reseña del libro “Verano”, de Ali Smith
Pues sí, ya ve usted que sí. Se terminó. ¡Y qué verano, amigo! Pero lo prodigioso también se termina y entonces uno se queda como si ahora qué. Guardando las distancias y desconfiando de cualquier cosa que pueda caer en sus manos a partir de este momento. Pero no me voy a engañar porque, si tuviera más en cuenta mis necesidades y mis deseos respecto a la literatura, ahora mismo podría volver a empezar todo otra vez. Justo ahora. En otoño.
Pero no. Uno decide venir aquí a llorarle a usted como un pobre cachorro. Pero, ¿decide uno venir hasta aquí y ponerse a escribir para rememorar en su compañía el interminable regusto que le dejó aquel caótico relatar, aquel tan moderno que hablaba sin pirotecnias tan inservibles como las mías sobre este devenir incomprensible que tienen las cosas que nos pasan cada día? ¿O, en todo acaso, uno se pone a escribirle a usted justamente hoy para recordar juntos, otra vez, una epifanía cualquiera, o el peligro del racismo y de la xenofobia, de la exclusión y el odio al diferente, esas fronteras invisibles y tantas otras constataciones sobre cómo están las cosas por estos lares? Quizás. Quizás solo venga para recordarme a mí mismo que el mundo está hecho de simples y auténticas historias de amor. O para aplaudir el magisterio, tan lúcido, tan culto y tan personal que uno ha recibido este año con estos libros sobre las emociones humanas. Y sobre las ideas y las concepciones filosóficas que apuntalan el mundo actual (todas ellas repartidas en tantas y tantas frases ya remarcadas para siempre en el papel).
Y quizás pueda parecerle a usted eso. Que vengo a hablarle del qué, (y ya de paso a ejercitar los dedos), pero nada más lejos de la realidad. Lo que yo quiero recordarle hoy a usted, simplemente, es una sola cosa: que Ali Smith (y por ende, su Cuarteto Estacional) no se parece a nada ni a nadie. Y es necesario dejar constancia de ello para cuando todo lo que leamos, (si es que llegamos a verlo) empiece a parecerse irremediablemente a ella.
Porque esto es hacer arte con la simple oralidad. Actualizar el poder literario de una imagen mental, la de los anhelos y los fracasos del ser humano, la de las terribles cosas que suceden, o la de las conexiones, mágicas o no, que tienen lugar entre el resto del mundo y yo, entre usted y yo y y entre usted y los demás. Entre incomprensibles desenlaces y esperanzados comienzos. Entre todas y cada una de las historias de los hombres y las mujeres con los que vivo y comparto mi espacio y mi tiempo.
Aprehender es capturar, dicen los pedagogos. Quedarse con algo para siempre.
¿Estamos hablando de libros? No. Estamos hablando de otra cosa, recuerde.
Estamos hablando de Verano.
Aun así, sé que no me estoy explicando bien y le pido disculpas por ello. Es lo que tiene volver a poner los pies en la tierra: uno solo quiere mantener el vuelo y alargar el efecto de las visiones (aunque estas sean espantosas) que produce el efecto de una droga tan nueva como esta. Por lo tanto, y por recapitular: yo me refiero, básicamente, al hecho de contarlo de esta forma. Al hecho (joder, ¡extraordinario!) de contar la vida de todos nosotros en doscientas cincuenta páginas y a lo largo de cuatro estaciones de pura actualidad. De hacerlo a través de la vida de unos pocos seres anónimos, sencillos o no, dolientes o no tanto, imperfectos y ficticios (aunque sean tan de verdad), que llegan a nuestra vida quién sabe desde dónde un otoño cualquiera, o un invierno quizás, nos dejan su corazón en las manos, desaparecen (porque ya sabemos que esto de vivir es así), y entonces un día vuelven a aparecer (porque, seguramente, eso es lo que tocaba también). Y vuelven en verano, que es cuando ocurre lo que más deseamos. Lo imprevisible. El tiempo donde todo es posible y, sobre todo, el tiempo donde nos volvemos a encontrar y donde todo puede volver a empezar de nuevo.
Y todo ello como un apabullante documental de actualidad socioeconómica. Y siempre en streaming. Violencia, injusticia, dinero. Precariedad, muerte. Internet. Trabajo, fronteras. Política. Pandemia. Amor, Amistad. Dinero. Dinero.
Dinero, amor.
Dinero.
¡La vida es tan jodida…! El mundo es tan…
Aun así, ¡espere!
¡También tenemos a Dickens!
¡Y a Shakespeare o a Chaplin!
¡Y está Katherine Mansfield, y está Rilke, oiga!
¡Y el cine! ¡La literatura!
¡Está Ali Smith!
Este y no otro es nuestro tiempo. Y es el tiempo de la Cultura y de la vuelta a la (nuestra) Naturaleza. El Momento De La Humanidad contra la autodestrucción y la oscuridad del neoliberalismo.
Y esta literatura y no otra, es el Futuro.
Es el Verano.
Me ha parecido una reseña magnífica de un libro maravilloso.
Me ha encantado
Gracias!
Efectivamente, es un libro espectacular. Si los has leído todos, el Cuarteto Estacional es de gran nivel, en general, pero yo me quedo con Otoño y con Verano, sin duda. Ali Smith ha escrito cuatro libros de los que se hablará dentro de muchos años. Estoy seguro.
Gracias por la lectura y el comentario!