Reseña del libro “Vestido negro y collar de perlas”, de Helen Weinzweig
Al principio, cuando uno aun piensa que Vestido negro y collar de perlas es una novela de espías, la protagonista define su método de comunicación con su amante diciendo que funciona porque es sencillo y a fin de cuentas nadie está preparado para lo evidente. Esto me ha llamado mucho la atención porque si hay algo que no es ese método suyo basado en artículos del National Geographic es evidente, sorprende que con semejante método llegaran a verse ni tan solo una vez (y se diría que esa distancia de lo evidente empapa en cierta manera todo el libro, que está instalado en una incertidumbre continua tan arriesgada como brillante). Pero también me ha sorprendido por algo más, y les pediría permiso o al menos les avisaría de que se avecina una digresión, pero mal que bien a poco que hayan leído estas reseñas no les pillará por sorpresa: es llamativo que en un libro que vio la luz en 1981 se diga algo que separa tanto aquella realidad de la nuestra en la que la mayor parte de la sociedad no parece estar preparada para nada que no sea evidente, sencillo, para ningún argumento que no sea pedestre, para ninguna solución que no sea inmediata, para ninguna idea que requiera un mínimo de reflexión. Fin de la digresión. O del desahogo.
Pues bien, se dice de Vestido negro y collar de perlas que es una novela de espionaje feminista y me parece muy acertado, pero no porque sea de espionaje y feminista, sino porque en realidad espía un universo femenino, el de la mujer de mediana edad invisible, presa en una imagen de familia perfecta que la anula y que la aleja tanto de si misma como de la felicidad. Y es verdaderamente brillante la forma en la que aborda ese universo, que consigue convertir en sumamente entrañable a un personaje que probablemente no llegue a conocer del todo. O a comprenderla. Así de real es.
Vestido negro y collar de perlas es una obra magnífica, tengo la sensación de que la forma en la que está planteada no es casual, la incertidumbre y la confusión que contagia al lector es una forma muy apropiada de ponerle en el lugar de su protagonista. Un recurso tan arriesgado como brillante.
También es destacable el humor del que hace gala la autora, porque pese al transfondo duro que se retrata la lectura es divertida y tiene ritmo. Y cuando digo que es duro no me refiero solo al retrato del mundo interior de la protagonista, en Vestido negro y collar de perlas también se detiene en la pobreza de algunos barrios, en la diferencia entre unos mundos y otros y en las personas con las que se cruza. Las historias que le cuentan, o tal vez no, son magníficas. De alguna manera es un libro que consigue transmitir que dentro de cada persona hay un mundo que puede resultar difícil de adivinar por las apariencias.
Me ha parecido un libro magnífico, uno de esos que promete mucho pero da mucho más, de los que se siguen leyendo cuando se ha cerrado definitivamente porque sigue uno pensando en él tiempo después. Probablemente esta reseña mejoraría si la escribiera dentro de unos meses, cuando lo haya leído alguna que otra vez y sobre todo lo haya pensado muchas más.
Andrés Barrero
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