Viajes con Heródoto, de Ryszard Kapuscinski
Hace más de una década que empecé mis estudios de periodismo. De mis cinco años en la facultad, pocos consejos de valor me dieron mis profesores, y de ellos, son menos aún los que puedo recordar. Pero hay uno que no se me olvida nunca, y es el de las recomendaciones literarias que me dio mi profesora de Redacción Periodística, dándome el nombre de tres grandes periodistas: Una era Oriana Fallaci, a cuya obra nunca me he acercado, otra era la reportera noruega Asne Seierstad, genial contadora de historias; y por encima de todos, el maestro polaco Ryszard Kapuscinski, que por aquella época acababa de recibir el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades.
Como alumno que idealizaba el periodismo, la visión que tenía el polaco sobre el ejercicio de esta bella profesión me fascinaba. Sus crónicas son una de las formas más rápidas de acercarse a lo que verdaderamente ocurrió durante gran parte del Siglo XX, y todos y cada uno de sus libros deberían ser de obligada lectura no solo para futuros periodistas, también para todo aquel que sienta curiosidad por saber lo que sucede en el mundo.
En esta ocasión, os presento uno de sus últimos libros, Viajes con Heródoto, donde, a modo de homenaje al primer reportero de la historia, el escritor polaco nos cuenta una parte de sus memorias relatando sus primeros viajes por el extranjero en la década de los cincuenta.
“Era un grueso volumen de tapa dura, forrado con tela de lino amarilla. En la portada leí, grabados en letras doradas, el nombre del autor y el título: Heródoto. Historia”.
Todo comienza a mediados de los cincuenta. El autor viaja por la Polonia de la posguerra haciendo reportajes y soñando con la idea de “cruzar la frontera”, y descubrir otros mundos más allá de lo conocido. En su periódico por fin le dan la oportunidad de hacer sus primeros viajes, nada menos que a la India y a China, dos gigantes difíciles de asumir para una persona proveniente de un mundo tan pequeño y rural. Con el libro de Heródoto bajo el brazo, el reportero da los primeros pasos fuera de su patria.
Ryszard Kapuscinski pone de manifiesto en todo momento en el libro los valores que le otorgaron, con total merecimiento, el reconocimiento como uno de los mejores periodistas del pasado siglo. Su pasión por aprender, el respeto con el que trata la noticia y lo noticiado, su ansia eterna por aprender y la buena costumbre de no parar nunca de preguntarse el por qué de las cosas, hacen recordar con añoranza las virtudes de una forma de hacer periodismo hoy casi en desuso.
“Era una especie de enfermedad, una debilidad peligrosa, pues al mismo tiempo era consciente de que esas civilizaciones eran tan inconmensurables, ricas, complejas y diversas que para conocer aunque fuera un fragmento de ellas, un retazo tan solo, había que dedicarle toda una vida”
En Viajes con Heródoto viajamos con Kapuscinski por la India, China y la mayor parte de África, reportando golpes de estado, conflictos menores y revoluciones de toda índole. Pero el viaje propuesto por el periodista es doble, pues a la par que viajamos con el autor, viajamos también con Heródoto a través de los hechos narrados por éste en su extensa Historia, escrita casi 2500 años antes.
Si valoramos el trabajo de Kapuscinski en el siglo XX, de la misma manera habría que valorar lo que supuso un libro como el de Heródoto. Su forma de contar las cosas sentaron las bases de la historiografía y a su vez los comienzos de la actividad reporteril. El polaco y el griego comparten muchas cosas en común, pese a mediar entre ellos más de dos milenios.
Siempre que me leo un libro de Ryszard Kapuscinski lo termino con la sensación de estar en deuda con él por no haber leído ya toda su obra, aunque sepa que terminar otro libro suyo es estar más cerca de sellar esa deuda. Y es que en libros como este, Viajes con Heródoto, pone también de manifiesto que además de un gran reportero era también un experto a la hora de navegar entre dos historias. Porque no nos engañemos, para pasar de alternar entre tanzanos y keniatas a contar las batallas entre escitas y persas hace falta tener una maestría al alcance de muy pocos.
César Malagón @malagonc
Todos, periodistas o no, tenemos esa sensación, tras leer a este gran escritor (y al parecer, hombre) que sus obras deberían ser de obligada lectura para aprender a mirar y comprender el mundo que nos rodea. Estupendo autor y estupenda reseña 😉 Por cierto acabo de terminar este libro y me a encantado ver tu reseña aquí, tan fresquita para mí
Obligada lectura! jajaja por qué se debería aplicar tal dictadura? El que quiera leer que lo haga y disfrute el que no, que se lo pierda.
Gracias por el comentario Susana!!
Me alegra ver que tenemos la misma visión sobre Ryszard. Espero ver tu reseña pronto por aquí!!!!! 🙂
Yo he leído este gran libro dos veces y esta es la tercera vez y en alemán