Vidas arrebatadas: Los huérfanos de ETA

Reseña del libro “Vidas arrebatadas: Los huérfanos de ETA”, de Pepa Bueno

Veo que Pepa Bueno ha escrito un libro y me llama la atención. Solo sé el título, “Vidas arrebatadas”. Cuando encargo el libro, ni tan siquiera había leído el subtítulo, Los huérfanos de ETA. En cualquier caso y aunque hubiese sabido que iba del terrorismo de ETA, lo habría adquirido igualmente, y no porque me interesen especialmente los libros escritos por famosos, ya saben que no, pero que una periodista con el prestigio y la trayectoria de la autora escriba un libro y lo publique, sabiendo lo que con ello se juega, me interesa.

Hubiese preferido que no llevase faja, sobre todo porque veo que es de Fernando Aramburu y leo la palabra “conmovedor” y quiero leer lo que dice… Pero saco la faja, que normalmente me sirve de marcapáginas, y le doy la vuelta para no leer más de ella, aunque si leo, porque no puedo evitarlo y me parece interesante, el poema de Piedad Bonet que precede al prólogo de Jabois, prólogo que leeré una vez finalizado el libro.

“1
EL ATENTADO
Todo el mundo me dice que es imposible que mi madre nos dijera eso desde debajo de los escombros y que yo pudiera escucharla con el jaleo que había. Pero lo escuché.

06,13 horas del día 11 de diciembre de 1987

José Mari: Estaba en mi cama…”


Ahora me doy cuenta qué vamos a hablar, de lo que me va a contar Pepa Bueno… El Atentado a la Casa cuartel de Zaragoza. Va a ser un viaje duro para quien les escribe esta reseña, pues yo vivía a escasos metros de esa casa cuartel. Así que ese día 11 de diciembre del 87 a las 6,13 horas, yo también estaba en la cama cuando se abrió la ventana de mi habitación al tiempo que escuché una explosión que me hizo gritar ¡Mamá, mamá! Mi padre siempre me recuerda (o reprocha), que ante aquel susto tan extremo fuesen esas mis palabras, pues yo no era ya una niña, de hecho, me casaba siete días más tarde en la parroquia del barrio.

Pepa Bueno plantea su libro desde los recuerdos de los hermanos José Mari y Víctor Pino Fernández, a quienes ETA les arrebató la vida de sus padres y de su hermana pequeña. Les arrebató la infancia, les Arrebató la vida, y sobre todo, les arrebató LOS RECUERDOS…

En ocasiones mis hermanos y yo hemos discutido porque parece que hemos vivido en familias distintas cuando ponemos en común algún recuerdo o acontecimiento familiar, esto se lo he oído comentar a más de un escritor y escritora.

Leer el libro no ha sido fácil, y desde luego no hubiese imaginado nunca que lloraría con tanta pena y tanta rabia leyendo un libro de Pepa Bueno. Con la curiosa y muy interesante estructura me ha atrapado desde la primera palabra de la primera frase, y durante toda la lectura me he dado cuenta de que no recuerdo muy bien lo que pasó desde el momento en que salgo con mis padres al balcón que había en su habitación; nosotros vivíamos en el último piso de un bloque de once, solo veíamos humo, no recuerdo la niebla, ni como me vestí y con qué velocidad me fui yo sola a la calle.

Sabía que había sido en el Cuartel, muchas veces lo habíamos hablado, ese acceso en forma de callejón de entrada era una ratonera. Tiempo atrás, siendo aun colegiala, había entrado en aquella casa cuartel, como casi cualquiera del barrio, estudiaba en el Colegio Público La Jota con Marta y Guadalupe, ambas hijas de guardias civiles que vivían allí. Mis padres también tenían amigos y recuerdo que en ocasiones entrábamos al economato que tenían y si no recuerdo mal también llevábamos los zapatos a arreglar a un zapatero.

He visto miles de imágenes del atentado, documentales, mucha información que habla de sirenas ruido y humo, pero yo solo tengo en el recuerdo, que se inicia al entrar en la Calle Marqués de la Cadena, SILENCIO, solo recuerdo el sonido del crujir de los cristales bajo mis pies. No recuerdo sirenas, ni gritos, ni a las personas que dicen que me vieron y hablaron conmigo, tampoco recuerdo ni cuando ni cómo volví a casa…

El día anterior había dejado mi trabajo ya que tenía que preparar la boda y tras ella me marchaba definitivamente de Zaragoza… De hecho creo que un par de días después del atentado salía con mi hermano para llevar en el coche todas mis cosas a la que sería mi nueva ciudad y mi nueva casa. Durante unos kilómetros delante de nosotros iba una caravana de coches fúnebres que poco a poco iban tomando las carreteras que les llevaría a sus destinos definitivos. Ahora sé que acompañando a tres de aquellos coches irían Jose Mari y Víctor, de 13 y 11 años, con sus Vidas arrebatadas.

José Mari y Victor, nos cuentan su historia, pero la manera en que Pepa se hace narradora sin ser protagonista es lo que más me ha emocionado. Ha sido capaz de transmitir la sorpresa y el dolor, la historia y la desesperación, llegar al fondo de lo que ellos no dicen con palabras… La periodista ha dado un paso hasta el arte de contar sin dejar de ser lo que es. Contar lo que intuimos pero sobre todo lo que la historia se ha dejado por el camino.

No sabía cómo había sido la vida de José Mari y Víctor. Deberíamos haberlo sabido antes, deberíamos saber qué fue de cada una de las víctimas de ETA, de su desatención, de la vergüenza que deberíamos sentir como sociedad por tener que conocerla treinta años después… Eran niños y pasaron a ser víctimas olvidadas por todos. Por todos.

Ahora sí he leído las palabras de Aramburu que lo califica como “… Un testimonio sin tapujos, de una alta carga humana, tan doloroso como conmovedor”.

Nunca está todo dicho.

Gracias a José Mari y a Víctor, por poner voz al sinsentido del terrorismo y gracias a Pepa Bueno por ser vehículo e interprete de ese mar de emociones.

2 comentarios en «Vidas arrebatadas: Los huérfanos de ETA»

  1. Un qué fue de…. que tendríamos que conocer más. Es fácil quedarse con los muertos, con los mutilados, pero hay muchas formas de mutilar. El título creo que describe muy bien lo que pasa con aquellos que quedan. Vidas arrebatadas por unos y por otros. Enhorabuena a Pepa Bueno por sacarlo a la luz. Un abrazo.

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    • Tienes toda la razón y es lo que he intentado expresar en la reseña… Eso el llamado “sinsentido del terrorismo” hacer daño a todo lo que se ve y lo que no se ve. También comparto contigo esas gracias a Pepa Bueno por este libro, y a ti darte las gracias por tu comentario tan acertado.

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