Vivos en el averno nazi

Vivos en el averno nazi, de Montserrat Llor

vivosHablamos, lo hacemos y nuestras lenguas acaban agotadas, por el tiempo que ha pasado, por las vidas que hemos vivido mientras narrábamos el pasado, y sobre todo, por la falta de saliva al contar el horror que, en ocasiones, se vive. Si cerráramos los ojos, si los cerráramos un solo instante, quizá pudiéramos observar – paradojas de la vida – como nuestra vida ha sido diferente de lo que fue, de lo que sentimos, de lo que vivimos, inventando otras historias que, como en un cuento que termina en su final feliz, nos son más benévolas. Ser los protagonistas de nuestra vida tiene lo peor y lo mejor de, precisamente, vivir. Seguir, caminar, recordar a los que ya no están, o que están pero en realidad se han ido, invadidos por ese aura de pesadumbre que llenan los minutos que anteceden a la noche, o quizás los que, cuando nos despertamos, se filtran por las rendijas de las persianas. Vivos en el averno nazi es un libro, pero en realidad también es una conversación, es muchas conversaciones a través del tiempo, a través de las letras que se unen y forman un monólogo, un recuerdo, una Historia, la que se escribe con mayúscula y nunca pierde la dureza de la tinta al escribirla con, me temo, sangre propia. Porque aquí estamos ante un relato superviviente, ante una narración, un cuento real que supera a la ficción, un tremendo testimonio de cómo el horror puede no vencer, al menos en parte, a todas las batallas con las que combatimos a diario. Porque cuando echamos la vista atrás, cuando nuestro pasado está revuelto por el odio y la barbarie, sólo queda escuchar, en silencio, mientras intentamos que una pequeña lágrima no caiga o, mejor aún, que ruede por las mejillas, lavando todos esos pesares que agonizan en ese momento, en esa lágrima, para convertirnos, por fin, en alguien diferente.

 

Hablar de lo que ha conseguido Montserrat Llor se me ha hecho difícil. Y digo difícil porque, a pesar de haber terminado el libro hace tiempo, necesitaba poner en orden mis ideas para poder describir aquello que se siente. No es lo mismo, o al menos para mí no lo es, observar en una pantalla de cine las vidas de aquellos que sufrieron la tiranía nazi, que leerlas en un libro. Me parecen más vivas, más duras, más reales, cuando aparecen retratadas en un libro como el que he tenido en mis manos. Vivos en el averno nazi contiene un documento vital, porque en realidad aunque salpique la muerte en su baile macabro, lo que aquí se contiene es una prueba de vida, uno de esos mensajes que se dan para saber que hay algo más allá, que hay algo que supera todo el horror, envuelto en conversaciones con aquellos supervivientes que regresaron a la vida cuando lo que les rodeaba indicaba que sólo habría muerte. Una muerte que se bebía el alma lentamente, o a veces rápido pero muy doloroso. Cuando ni siquiera éramos conscientes de que aquello podía ser cierto, que fue verdad, por mucho que hayamos leído sobre ello. Y es que este libro es diferente por eso: por dar voz a aquellos que vieron como se la quitaban, por la sinrazón y el simple hecho de haberse encontrado en un momento equivocado, en una historia errónea, en una mancha que no se limpiará por mucho que se limpie.

Sí, es cierto, muchos de vosotros pensaréis al unísono que los libros sobre el terror nazi son muchos, que ya está bien, que quizá sea tiempo de olvidar, de no ahondar más en la llaga que, aún hoy, sigue supurando. Pero en realidad, Vivos en el averno nazi nos cuenta eso y mucho más. Porque uno se da de bruces con la realidad cuando ve cómo impregna de vida las existencias de personas que, al igual que tú y que yo, lo único que quisieron es ser libres. Algunos lo consiguieron, no todos, y en esa vida, en esa palabra tras volver a nacer, es donde se enmarca esta historia de vencedores y vencidos, de la muerte que no llega porque no es el momento, del horror que encuentra mucho tiempo después las ganas de vivir, de salir fuera, de llenarse de una realidad que pocas veces observamos, que no contemplamos, que en los pequeños detalles es donde se encuentra la verdadera razón. Es cierto, lo digo aquí, Montserrat Llor cuenta, con la pasión de las investigadoras, cómo el mundo se paró en seco un buen día y ya nada volvió a ser igual para nadie. Pero también nos habla del futuro, de lo que quisieron que fuera y lo que fue en realidad, de la vida de unos hombres y mujeres que sobrevivieron a lo más oscuro y nos dejaron sus palabras para poder entender que el mundo es lo más horroroso y lo más bello que podamos conocer. Dos caras de una misma moneda que seguirá girando, hasta nuestro último aliento.

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