Reseña del libro “Voy a contaros la nieve”, de Beatriz Giménez de Ory
Hay títulos tan evocadores que me resultan irresistibles. Es el caso de Voy a contaros la nieve, de Beatriz Giménez de Ory, finalista del Premio El Barco de Vapor. Como decía la protagonista de La biblioteca de Max Ventura, de Leticia Sánchez Ruiz, es uno de esos títulos que me tatuaría. Además, en la contracubierta aparece una frase que me confirmó que tenía que leerlo: «Vasilisa tiene el don de la adivinación, teje palabras y cuenta historias. En ellas están las respuestas». Y es que una anciana contando historias siempre me retrotrae a mi infancia, a esos primeros cuentos escuchados de la boca de mi abuela, justo a esa época en la que nació mi amor por la literatura.
Desde la primera página, Voy a contaros la nieve me dejó claro que estaba ante una de esas historias con el regusto a los cuentos de siempre: «Primero nevó durante más de tres años. Seguido, sin parar. La nieve taponó puertas y ventanas, se coló por las chimeneas, alfombró las habitaciones y espesó el aire. Los habitantes de Barinia llegaron a sentir que respiraban nieve. Siempre tenían frío, y se les pusieron los labios azules». Yo iba predispuesta a que me encantara y bastaron esas líneas para confirmármelo. Con esa bella descripción inicial, se explica la llegada de un alud que deja atrapado al pueblo entre un muro infinito que nadie es capaz de escalar y un abismo insondable, al que se aventuran familias enteras, por si acaso encuentran una escapatoria, en vez de aguardar a una muerte segura por el aislamiento, el hambre y el frío. Al cabo de siete años, en Barinia solo quedan la anciana Vasilisa; la familia de su hermana Katerina; el Leñador taimado, que vive apartado, en el Bosque de los Abedules; las ondinas que habitan la Laguna Negra y el Jinete sin Alma, que merodea por el lugar con aviesas intenciones.
Desesperados, Katerina y su marido, el Poeta, también se aventuran a cruzar el abismo y dejan a sus siete hijas a cargo de su tía Vasilisa. Y mientras esperan su regreso, las niñas tratan de sobrevivir con los pocos medios que tienen y la anciana les relata historias sobre su enigmático nacimiento, cómo se enamoraron sus padres o por qué no deben fiarse del Jinete sin Alma.
Gracias a la prosa delicada de Beatriz Giménez de Ory, en la que está muy presente la poesía, y a las preciosas ilustraciones de Verónica Aranda, es fácil dejarse llevar por las historias entrelazadas de Voy a contaros la nieve. Otro detalle de la edición de SM que me ha encantado es que alternan dos tintas: la negra para los sucesos del presente y la azul para las historias de Vasilisa, lo que me ha recordado, como es obvio, a La historia interminable.
Voy a contaros la nieve es una historia dulce, llena de magia y esperanza, que se recomienda a partir de los diez años, pero que disfrutarán todos aquellos lectores que sigan embelesándose con las narraciones orales y los cuentos de siempre.
Pues ya somos dos!
Y es que a mí me ha parecido también un libro… ma-ra-vi-llo-so!
Una preciosa historia llena de amor y delicadeza. Una de esas historias que te hacen disfrutar y soñar.
Y…no soy ninguna niña tiempo ha…
Gracias por tu reseña.
Saludos
La buena literatura no tiene edad.
Gracias por comentar, Aira. Me alegra que te haya gustado tanto como a mí. 🙂