El otro día me llegó un libro por error de parte de la editorial Nocturna. Se trataba de Wardraft, de Marie Lu, una de sus novedades. Pregunté si algún otro reseñista lo había pedido, pero nada. Así que pensé en darle una oportunidad y leerlo. Cuando fui a abrirlo me di cuenta de que era una segunda parte. Una segunda parte de un libro del que yo había oído hablar mucho pero que no terminaba de llamarme: Warcross. Esa similitud entre los nombres fue lo que me confundió, porque yo pensé que se trataba del mismo libro.
El caso es que no me apetecía leerme una segunda parte sin haberme leído la primera, así que me leí la sinopsis de ambas, las opiniones de gente que conozco y la conclusión fue que tenía que leer esa primera parte. Se la pedí a Nocturna y aquí estoy, una semana después, con el libro devorado y con muchas ganas de contaros qué me pareció.
Lo primero que pensé, cuando llevaba unas cincuenta páginas, fue que cómo se me había pasado por la cabeza dejar de lado esta historia. La protagonista vive en un futuro no muy lejano, en Nueva York. La tecnología lo ha invadido todo y vayas a donde vayas puedes ver a gente jugando a videojuegos. Todo el mundo lleva unas gafas de realidad virtual que permiten transportase a cualquier lugar del planeta o jugar al juego de moda: Warcross. Ella está tan perdida que está a punto de que la echen de su apartamento, así que se dedica a perseguir a delincuentes en busca de una recompensa. Llevando a cabo una de sus triquiñuelas, decide hackear el juego, cosa que sorprende muchísimo a su diseñador, un joven multimillonario que la contrata para infiltrarla en las próximas “olimpiadas” del juego.
Así que ella se presenta en Japón, conoce al equipo con el que va a competir, y mientras tanto intenta descubrir quién es el hacker que está poniendo en jaque el juego que tiene enganchado, literalmente, a todo el mundo.
Como veis, la temática es muy original. Me ha recordado mucho a Ready Player One, con el toque distópico de Los juegos del hambre. Una mezcla muy buena que termina de rematarse con la personalidad de la protagonista: una chica llena de tatuajes y con el pelo de arcoíris que parece desentonar incluso estando en ese mundo K-pop.
Tengo que decir que lo que más me ha gustado de este libro ha sido precisamente el principio. Ese principio en el que se presenta una Nueva York futurista, donde se asientan las bases de ese videojuego del que todo el mundo habla. Y yo creo que es lo que más me ha gustado porque lo veo perfectamente factible. Por eso, aunque tenemos ante nosotros un universo distópico, me parece más adecuado retratarlo como “futuro no lejano”, como dije antes. Y mención necesaria necesita también el trabajo de la traductora, Noemí Risco, ya que ha hecho una labor excepcional con tanta palabreja del mundo de la ciencia ficción.
Y bueno, a medida que va desarrollándose la historia, conocemos más personajes y más detalles sobre el videojuego. Ahí es donde se nota la cabeza que tiene Marie Lu, ya que, a medida que nos presenta la historia, nos va dando también lecciones de programación —para todos los públicos, no os asustéis— que hacen que la ambientación de este libro sea perfecta.
También hay una historia de amor que hay que mencionar, ya que adquiere protagonismo a medida que van avanzando las páginas, pero que para mí es del todo prescindible. Me parece algo útil para el entretenimiento del lector pero no para la trama, ya que es igual de buena si se suprime esta historia de amor. PERO —y este “pero” lo pongo con mayúsculas— me consta que mucha gente se ha quedado prendada del libro precisamente por esta historia de amor, así que no seré yo quien eche por tierra esto ya que, como digo, hay muchos lectores que han quedado encantados con esta aventura.
En definitiva, no puedo terminar sin decir que me alegra muchísimo que Nocturna me haya mandado por error la segunda parte de este libro porque me ha dado la oportunidad de conocer esta historia tan original y que tanto me ha gustado. Y, si me disculpáis, me voy ahora mismo a seguir con su segunda parte porque yo necesito volver al mundo de Warcross, la realidad no es suficiente para mí en estos momentos.
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