Watchmen

Watchmen de Alan Moore y Dave Gibbons

watchmen¿Quién vigila a los vigilantes?, o, en su idioma original, who watchs the watchmen?, se convirtió, hará ya unos cuantos años en una de esas frases que todo seguir del mundo de la novela gráfica tenía en la boca a todas horas. ¿Que por qué? Es sencillo, la edición de Watchmen se convirtió, de la noche a la mañana, en una de las más vendidas en la historia del mercado. Y volvéis a preguntarme, ¿que por qué? No hay que dar muchas razones para entender por qué este es uno de esos cómics de, llamémoslos superhéroes, pero aun así de eso va a tratar esta reseña, como siempre. Porque uno se pone a leer esta novela gráfica y se da cuenta de las posibilidades que este tipo de ediciones tienen en su interior, y se da cuenta también que pensar que los cómics, únicamente por llevar dibujos, son algo de lo que alejarse es una terrible equivocación. El error más grande cometido por alguien. Y es que, sumada a alguna otra reseña que he escrito hace poco, estamos ante una obra maestra de este mundillo que empieza, menos mal, a pegar fuerte en las librerías. Y no os cansáis de preguntar. ¿Que por qué?, de nuevo. Yo os lo voy a contar, pero tenéis que dejarme un poco de espacio, porque allá voy.

El asesinato de El Comediante sacude a la ciudad de Nueva York. Rorscharch, compañero de antiguas batallas del muerto, se irá encontrando con sus antiguos compañeros, mientras investiga quién está dando caza a aquellos hombres que antes, juntos, pretendían proteger a la humanidad. Y lo que se va a encontrar no le va a gustar nada, absolutamente nada.

 

Lo dije hace poco. Alan Moore es un genio, elevado a la altura de ser un Creador de un género ante los que pocos pueden negar la evidencia. Estamos ante, probablemente, una de las mejores historias sobre superhéroes que ha parido la mente de un autor. ¡Y qué autor madre mía! Si uno se pone a reflexionar, después de haber leído con ganas esta historia, lo que propone, se encontrará reflexionando, valga la redundancia, ante infinidad de temas. Porque aquí, por mucho que hablemos de hombres con súper poderes (no todos, eso tiene que quedar claro), no todo va de darse de leches y de páginas y páginas de explosiones en los que prima el efecto frente al argumento. Aquí es todo lo contrario. Si quisiéramos trasladar esta historia a las páginas de una novela de las que leemos habitualmente, nos encontraríamos frente a un género policíaco prácticamente sin explotar, y que daría sus réditos a más de uno. Porque Watchmen es de esos clásicos del cómic que, al observar la estantería de alguien, tendría que aparecer ahí, justo al lado de las obras que recomendaríamos a todo el mundo, sin miedo, sin titubeo alguno, porque merece la pena, aunque no nos gusten los superhéroes.

Pero ahondando en el mundo de Watchmen podríamos decir que estamos ante una obra donde cada uno de los diálogos, cada punto de la trama que envuelve a la historia, inclusive diría que el dibujo, con ese aire de los clásicos que te ponen los pelos de punto, es perfecto. Ese podría ser el análisis simple, llano, sin baches, de lo que supone la obra de Alan Moore para un lector como yo. Los personajes, cada uno de ellos, posee una identidad tan propia, tan bien diseñada, que es imposible que alguien pueda decirme que no está perfectamente puesta allí, donde debe estar. Y además, por si fuera poco, la parte de misterio, de suspense, la investigación “policial” de lo que está sucediendo a los protagonistas, tienen tantos tintes a aquellos relatos que leíamos en autores como Philip Kerr o Chandler que uno solamente puede arrodillarse, dar pleitesía al autor que, como si hubiera sido un niño recién nacido, parió esta gran obra. Pero, puestos a ponernos nostálgicos, ¿sabéis qué es lo que me parece más importante? Que no estamos ante una historia de usar y tirar, ya que, después de tantos años, ha unido a generaciones enteras en su pasión por los cómics y las novelas gráficas. Quizá puede parecer un motivo insuficiente para destacar, pero a mí no me lo parece. Creo que, después de tantas obras editadas, poder decir que alguna de ellas ha conseguido pasar a la historia, unir a personas de diferentes edades, y dar que hablar con lo que expone en sus páginas, sólo puede tener una forma de verse y es, ni más ni menos, que la maestría requiere práctica, requiere de esfuerzo, y aquí lo tenemos perfectamente recompensado.

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