Bueno… Pues parece que ahora sí que sí. Este es el fin, amigos. La, como dice la contra, “épica conclusión” de una etapa fantástica orquestada por Brian Azzarello. ¿Qué puedo decir a estas alturas que no haya dicho ya? Si me he quedado sin palabras de elogio y servil peloteo. Antes de zambullirme en las aventuras de la amazona había leído dos o tres historias sueltas del icónico personaje. Ahora, con la lectura de este sexto tomo, Wonder Woman: Huesos, recién digerido, y haciendo balance del total, admito que me he convertido en fan del personaje. Puede que sea mérito del guionista. Es más. Estoy seguro. Y eso, lo de hacerse uno fan, es bueno y malo. Es bueno porque el personaje ya ha conseguido meterse en mi y cada vez que salga una nueva publicación del personaje y deambule por la librería especializada de turno se me va a encender la alarma. Antes también lo hacía, pero claro, era una alarma silenciosa, un curioso acercamiento a la portada y poco más. Ahora la alarma va a ser difícil de desconectar. Y es malo porque el listón de toda esta finiquitada etapa, –y sí, habéis leído bien: de toda todita la serie, porque el ritmo ha estado perfecto y regular, sin bajones ni momentos de decir “pfff, a ver si esta parte pasa ya…”– deja muy altas las expectativas de futuras lecturas… Y ya sabemos el problema que sucede con el hype… Pues eso.
Pero venga. Vamos a ver qué digo de este tomo en concreto sin hacer muchos destrozos. Solo los justos.
Vaya por delante que es un tomo imprescindible, el colofón. Aquí ya se resuelve todo y tienes que leerlo si has leído los otros cinco. La portada es de un preciosismo que atrapa la mirada. El inicio con la conversación entre Hades y ese Neptuno transfigurado en criatura marina es de los que hacen presagiar que van a ocurrir cosas importantes. Es un pequeño prólogo en el que, a primera vista puede parecer que no pase mucho, pero a mi me ha parecido soberbio.
El primogénito se ha hecho con el Olimpo y quiere vengarse cueste lo que cueste de todo el panteón griego. Wonder Woman tendrá que plantear un cambio en la sociedad de amazonas. Un cambio que muchas de ellas no ven con buenos ojos.
La guerra se va a librar en Temiscira. Una guerra para la que Diana ha estado captando aliados, enviando avanzadillas… y recibiendo bajas. Mientras tanto, el bando del primogénito gana terreno, tiene un ejército abundante y poderoso y cuenta con un líder que parece invencible y capaz de matar todo lo que desee matar.
Lealtad, fortaleza, honor, amistad, amor, ambición camuflada, lucha, acción, mitología, emoción, algunos diálogos brillantes, piel de gallina… Todo esto contiene Wonder Woman: Huesos.
Es un cierre brillante. Épico, como ya he dicho. Que un montón de frentes abiertos y aún más montones de personajes, tanto inventados para la colección como los mitológicos de siempre, interactúen con normalidad, sin que al lector le chirríe, es algo digno de elogio y nada fácil de conseguir.
Precisamente eso, la galería de personajes, algo que ya comenté en los inicios, en Sangre, es uno de los puntos gordos a favor. Tienen una actualización y un rediseño tan impresionante y original durante todo este ciclo, que cualquier estudioso o amigo de la mitología griega debería acercarse a estos tomos por el mero placer de descubrir el tratamiento que se les ha dado. Seguro que ellos sabrían incluso disfrutar más con matices que al resto se nos escapan.
Lo único que puedo echar en falta es un breve glosario de personajes o notas al pie en las primeras apariciones de estos. Eso enriquecería muchísimo más la lectura.
En fin. Un buen cierre a una etapa magnífica. He disfrutado como un gorrino en un lodazal con esta princesa Diana y, en un futuro no muy lejano, espero volver a divertirme con nuevas aventuras de este pilar de la trinidad de DC.
Recomendabilísimo.