Reseña del cómic “Wonder Woman: Sangre (La saga completa)”, de Brian Azzarello y Cliff Chiang
Wonder Woman: Sangre (La saga completa) es una de esas series que nació gracias a de The New 52. De vez en cuando las editoriales de cómics de superhéroes crean un evento especial para poder hacer un reboot de sus personajes principales. The new 52 de DC fue una forma de actualizar sus series más populares además de introducir a sus personajes en un marco más actual y así acercarse a las nuevas generaciones. En el caso que hoy nos ocupa, además de reinventar el mito de Wonder Woman, la amazona princesa de Themyscira se convertiría en el nexo de unión entre todos los dioses del olimpo y el lector.
Acercarse a los mitos de los dioses griegos es descubrir que estas deidades solo viven para estar siempre enzarzadas en batallas y discusiones. El panteón griego es como una familia atrapada en una eterna comida de navidad discutiendo sobre futbol, política y religión. Y los pobres humanos no son más que los peones de un juego de ajedrez de proporciones inimaginables. Por suerte, del lado de los humanos siempre ha habido algún dios o semidiós (de los tantos que engendró Zeus) para equilibrar un poquito la balanza. En esta ocasión será Wonder Woman la que tratará de poner un poco de orden en el caos mientras intenta proteger a un bebé que podría ser la clave en la salvación del mundo.
Wonder Woman: Sangre (La saga completa) empieza con una profecía, una en la que se vaticina que tras la desaparición de Zeus uno de sus hijos accederá al trono y se hará con su reino. Todo apunta a un bebé: el último hijo del padre de los dioses. Así que mientras algunos dioses hacen piña para protegerlo otros se lo quieren cargar. Aunque al final todos tienen sus propios intereses. La única que realmente luchará en beneficio del crío es Wonder Woman. Así pues, desde un principio parece que queda claro que Hermes, el dios olímpico mensajero, actúa de buena fe, que la diosa Hera, impulsada por los celos, está más que dispuesta a acabar con quien se cruce en su camino y que Discordia ha venido a hacer honor a su nombre. Pero como he dicho, aquí nadie es trigo limpio ni nadie es maldad pura, o al menos al principio. Y es que Brian Azzarello, convertido en un aedo moderno, nos introduce en un mundo de intrigas y conspiraciones donde las lealtades van cambiando constantemente. Y este es uno de los muchísimos puntos fuertes de la narración: la forma en que el grupo de héroes (con Wonder Woman siempre al frente) y villanos va alterándose continuamente. De esta manera vamos descubriendo las diferentes voces, los distintos puntos de vista de una epopeya que protagoniza Wonder Woman pero que poco a poco se va convirtiendo en una magnifica narración coral para dejarnos el mensaje de que la familia no se puede elegir, pero podemos elegir cómo comportarnos con los diferentes miembros de esa familia
Dioses y épica van de la mano, y eso Azzarello lo ha querido dejar bien claro. La épica la podemos encontrar en las innumerables batallas: desde la que lleva a Wonder Woman a enfrentarse con dos centauros convertidos de una forma un tanto macabra hasta esa lucha final en el monte Olimpo, un choque entre dos ejércitos que decidirá el destino del mundo. Pero la épica también habla de los grandes viajes, de esos que te llevan alrededor del mundo e incluso más allá y de las decisiones importantes que deben tomar los aventureros en momentos aciagos. Con Wonder Woman: Sangre (La saga completa) tendremos billete para ir de Isla Paraíso a Londres, hacer una pequeña parada en Florencia para conocer a Eros (el dios del amor), bajar al Inframundo y disfrutar de todas las bestias descarnadas que por allí vagan, hacer escala en Virginia para observar como los astros bajan del cielo, descubrir en Libia el nacimiento de un nuevo mito… y así, en estas y otras localizaciones, es como Azzarello va tejiendo con maestría un mito que va in crescendo hasta que el lector, finalmente, asiste a algo realmente grandioso.
Que en el apartado artístico de Wonder Woman: Sangre (La saga completa) encontremos el nombre de Cliff Chiang es señal inequívoca de que vamos a asistir a algo soberbio. Su dibujo, que en ocasiones tiende al minimalismo (aunque no a los niveles de Paper Girls) es cautivador. Todo su potencial lo vuelca en esos personajes de diseño impecable, de rostro expresivo y de movimientos fluidos y con gran plasticidad. De esta forma dota a las viñetas de dramatismo y acción sin nunca perder un ápice de belleza. Cliff Chiang, probablemente, nos deja el mejor diseño de Wonder Woman hasta la fecha. Pero ahí no acaba la cosa, pues cada uno de los dioses del olimpo ha sido reinterpretado por el dibujante natural de Nueva York. En algunos casos los ha actualizado. Como por ejemplo Eros (también conocido como Cupido) que ahora es un guaperas que ha dejado de lado el arco para enamorar a la peña y que ahora se vale de un par de pistolas doradas. En el caso del dios del inframundo, Chiang ha optado por convertirlo en un chaval muy creepy capaz de producir pesadillas. Todos los diseños de personaje, así como las portadas creadas por Cliff Chiang, están al final del integral publicado por ECC para deleite del lector. Un puñado de grandes ilustraciones que ponen de manifiesto el error garrafal a la hora de escoger la portada del cómic. Una portada que habría casado mejor con algún tipo de publicación más cercana a las películas. Goran Sudzuka y Tony Akins son los dibujantes que en algún momento sirven de apoyo al dibujante titular. La primera vez es una bajona, a pesar de que cada uno de ellos es muy bueno en su estilo ninguno llega al nivel de Chiang. Pero poco a poco te acostumbras y solo queda disfrutar de un cómic que marcará un antes y un después en la historia de Wonder Woman.