Y de Yesterday, de Sue Grafton

Y de yesterdayNo sabemos si Sue Grafton, al escribir Y de Yesterday, adivinaba ya que éste sería probablemente su último libro y que no llegaría a vivir para terminar su famoso abecedario del crimen. Quizá por eso podemos sentirnos libres de ver en esta su última obra signos de despedida y un cierto deseo de poner un punto final no sólo a esta colección, que ya ha subido a Grafton al olimpo de los autores de misterio de todas las épocas, sino a la obra de toda una vida. No, en Y de Yesterday no hay, en ese sentido, nada que no hubiera en las “letras” precedentes; Sue Grafton se ha mantenido fiel a su estilo y, sobre todo, fiel al personaje de Kinsey Millhone, a quien no ha traicionado en ningún momento y a la que ha dado un final forzosamente abierto, pero aun así muy digno y lleno de naturalidad. Así, el alfabeto del crimen, y el personaje de la peculiar investigadora privada, quedan sin un final propiamente dicho a la manera del Poirot de Christie –autora que, según afirman sus biógrafos, ya había dejado escrito el último caso del belga, Telón, años antes de retirarse de la escritura y mientras Poirot aún gozaba de excelente salud y tenía muchos casos más por resolver–. Es algo de agradecer porque, si bien nos impedirá tener una referencia del final de las aventuras de Kinsey, por otro lado le permite vivir eternamente en su pequeño mundo de Santa Teresa, al lado de su inmortal casero, Henry (¡cuánto echaremos de menos a ese hermoso y galante ochentañero!), de sus amigos Rosie y William, del gato Ed, de Cheney y de Jonah Robb y de los importantes e interesantes secundarios que han poblado su universo.

Y de Yesterday puede, pues, leerse de forma independiente al resto de la colección –si bien rogamos encarecidamente a los neófitos empiecen por “A de Adulterio”–. Sí es cierto que, en esta novela en particular, los acontecimientos del pasado y, más aún, ese universo paralelo con peso específico en el presente, sobre todo cuando está lleno de hechos de extrema gravedad, adquiere un protagonismo especial. En esta novela, Grafton nos plantea la pregunta de dónde empieza realmente un hecho criminal, qué o quiénes lo pueden llegar a provocar y si los aparentemente inocentes lo son en realidad tanto como nos pueden parecer. Muestra lo fácil que es echar a rodar una bola de nieve que llega a convertirse en alud y después mirar para otro lado y desentenderse de las consecuencias de un acto que en un principio no parece trascendente. En la superficie, todo ello se articula en la historia de un homicidio nunca bien aclarado, uno de cuyos partícipes acaba de salir de la cárcel y su familia requiere los servicios de Kinsey para resolver un chantaje relacionado con aquellos hechos criminales. La onda expansiva del crimen cometido va revelando poco a poco sus efectos y su fuerza, no sólo en la forma en que los hechos puros y duros han ido afectando a los personajes implicados, sino también en cómo éstos han seguido psicológicamente aferrados a aquel pasado y a la persona que resultó muerta.

Y de Yesterday sirve también como punto de partida de una reflexión que no está implícita en el texto (mucho menos explícita), pero que resulta del contraste entre los medios tecnológicos de 1979 y de 1989 (años en que está ambientada la trama) y los de hoy en día. El crimen narrado en la novela es universal en cuanto que puede reproducirse exactamente igual, con los mismos motivos y las mismas consecuencias, en cualquier parte del mundo hoy mismo, pero hay ramificaciones muy importantes en la trama que están basadas totalmente en la tecnología de aquellas épocas, a un abismo de la actual, y que nos hace preguntarnos hasta qué punto un crimen es, también, cuestión de medios y de las oportunidades que éstos dan.

Y de Yesterday supone, pues, un capítulo final más que digno a una colección que ha proporcionado a sus seguidores muchos buenos ratos, y que no olvidaremos fácilmente.

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