Si juegas a cualquier juego de cartas sabes que si no tienes una buena mano es difícil que tengas posibilidades de ganar. Si en la vida tienes las cartas en contra, lo único que puedes hacer es dejar que pasen las partidas, que pasen las apuestas, que trascurran los días y tener lo suficiente en la bolsa para que cuando te llegué, quizá, tu única buena mano, apostarlo todo… Maya Angelou no tenía buenas cartas: era de raza negra en el segregacionista sur norteamericano de los primeros años del siglo XX, era, también, mujer en un mundo para hombres, era una niña que soportó la violencia de su padrastro, era una hija de un pareja divorciada que envió a sus hijos a un pueblo profunda y peligrosamente racista, Stamps -Arkansas-. Todas las manos parecían que estaban preparadas para posarse encima de su cabeza, para impedirle que creciera, para que en ese mundo hostil sobrevivir fuera lo mejor que podría ocurrirle, sin mas pretensiones. Sin embargo “Yo sé por qué canta el pájaro enjaulado” es la constatación escrita del inicio de la ruta por la que Maya escarbó, descompuso, deambuló, creció y corrió, para poder llegar al momento que pudo mirar los naipes y romper la baraja sin disimulo.
Así que “Yo sé por qué canta el pájaro enjaulado” es el primer libro de una serie de novelas autobiográficas. Pensarán que las librerías y las bibliotecas están llenas de libros autobiográficos, de calidad y estilo literarios muy inferiores pero de igual intención; son de esos por los que transitan banqueros de grandes egos, políticos discurriendo “excusatio non petita…”, deportistas aprovechando unos pocos años…¿Qué hace de este libro un lugar en el que te puedas quedar sin temor a ser el rincón donde se cuentan historias vacías, o se describen situaciones en las que las telarañas surgen antes de caer la tinta de la punta del bolígrafo? Pienso que existen momentos en los que el lector es tan actor como testigo de lo que lee, oculto o presente en el fondo decorado es partícipe de las cosas que cuenta, especialmente si son relatos sobre cosas que han sucedido. Y es ahí donde aparece esa arma del cerebro que permite descubrir lo que merece la pena ser oído, o ser la caja donde se acumulen los pasajes desde donde poder ser repetidos durante generaciones: y esas armas son la empatía, la simpatía, la conciencia, o la simple curiosidad. Todas ellas, mezcladas, son las que descubren en libros como este lugares donde hallar personas con ideas complejas porque tienen problemas diferentes a los tuyos; descubren una miríada de personas que merecieron ser conocidas por importantes pero que sólo son una estrofa en esta canción; descubren textos por los que el tiempo no pasará; descubren por dónde nacen las lluvias que regaron campos por donde el arte, el amor al mundo, el rugido del cambio de una época, comenzó a florecer. Es allí donde Maya Angelou comenzó a modelar la arcilla con la que llegó a ser quien fue: mujer artista, mujer política, mujer luchadora, mujer afroamericana ante todo. Y es aquí donde aparece eso; y no es solo lo bien escrito que está, sino lo decisivo de la elección de lo que cuenta.
Y como el blues sube y baja el tono, repitiendo una nota hasta someter a tu mente y dejarte bajo de defensas para con su melancólico y rabioso sonido. Las palabras de “Yo sé por qué canta el pájaro enjaulado” nos llevan por la mente de una niña y adolescente que explora los caminos para saber moverse por el orbe donde vive -sólo sabe que debe huir de los blancos y que Dios debe estar conforme con ella-, y van dibujando la sonora presencia de Bayley -su hermano- y de Nana -su abuela- y la leve presencia de sus padres; por todos los años de su existencia. Y vas creciendo con ella, descubriendo sorpresas, decepciones, mundos, paraísos, y horribles violencias, que su inocencia no alcanza a comprender, pero que también aprende a superar, Porque este libro es un encuentro con con la creación del mundo, el blues que canta sobre el germen del universo interno -fuego y agua- de una joven, y que suena como una armónica, hiriente y dulce a la vez. Con la misma duplicidad que solo puede ser entendida por el que sabe que tras el odio siempre hay miedo; que tras lo que se cree importante siempre aparece lo nimio. También sabe que tras las dudas de los niños siempre está la falta seguridad de los padres; que tras las huidas están las ganas de ser encontrados y de encontrarse; que tras algunas violencias están la vergüenza de verse a sí mismos como realmente son. Y todas estas cosas son las que vas descifrando de los pasajes de este libro. Vas viendo el discurrir del cerebro y el discurso de esa joven que descubre las partes sanas y las partes heridas y ocultas de las personas y de ella misma, a veces por las buenas, a veces por las malas. Y vas conociendo un mundo alrededor que debe ser rememorado, ser recordado como lo son las cosas que, a pesar de su insignificancia para el movimiento de la humanidad, para la rotación de los ejes de la historia, son tan importantes -y tan orgullosos sus componentes- como lo han sido los que saludan desde el palco o a un desfile militar.
Las cosas que no se cuentan están destinadas a morir, a perderse ente ataúdes y tierra húmeda, así que esto no deja de ser un canto a la vida, porque todo, incluso lo más duro, debe ser leído para que nadie piense que no ha sucedido.
El pájaro enjaulado canta porque sabe que sigue vivo.