Como dice el olímpico Juan Carlos Traspaderne en el prólogo, no quedan muy lejos tiempos en los que correr al aire libre o por la calle era visto con extrañeza. En los suyos, a principio de los ochenta, al menos se quedaban en eso, quizá en un cierto desprecio por los atletas. En los de Emil Zátopek, treinta años antes, poder compaginar la práctica de la carrera a pie al más alto nivel con una vida corriente era poco menos que una odisea. La consideración del deporte como un pasatiempo poco serio contrastaba con la exigencia sobrehumana hacia los héroes y la importancia de las intrigas políticas que se tejían en torno a ellos.
Estos factores convierten en mucho más interesantes, por lo general, las vidas de los deportistas casi amateurs, como era el caso de Zátopek. El checo, “la locomotora humana”, sigue siendo a día de hoy el único atleta capaz de vencer en las tres distancias olímpicas más largas del atletismo en unos mismos Juegos Olímpicos. Fue en Helsinki, en 1952, donde se hizo con el 5.000, el 10.000 y el maratón. Para llegar hasta ese momento de éxtasis tuvo que hacer frente durante años a la incomprensión de su familia, a las trabas de sus superiores en el trabajo y en el ejército y a la oposición de los dirigentes de su país, que veían en él una fantástica plataforma para su promoción pero a la vez un elemento poco dócil.
No ha habido demasiados intentos en la literatura de acercarse a la figura de Zátopek. En español solo está disponible “Correr”, donde Jean Echenoz se pone en su piel para trazar un personaje (de ficción) solitario, obstinado y con una capacidad de sufrimiento fuera de lo común, cualidades todas ellas que vuelva en el atletismo hasta convertirse en una máquina de batir récords en la larga distancia. El acercamiento de Novák y Jaromir 99, por el contrario, presenta a un Zátopek despistado y risueño, pasa un poco de puntillas por la parte más técnica de sus carreras y presta mucha atención a su relación con Dana Ingrová (la que sería su mujer), su mentor el doctor Haluza y su pupilo Stanislav Jungwirth, ambos repudiados por el régimen comunista, lo que pondría en problemas al propio Zátopek.
Las viñetas de Jaromír 99 ofrecen un recorrido visual perfecto por la década y media que abarca el libro. Construidas sobre una paleta de colores reducida en la que destacan el naranja apagado del tartán y el negro mate de las bambalinas, se iluminan con los grandes éxitos de Emil y se apagan con los tejemanejes que marcan su devenir en la sombra. Tres o cuatro momentos sublimes, como la transformación de soldado a atleta o el arresto de Haluza, están contados a página entera o doble página, todo un acierto. Además, las escenas se convierten también en un recorrido por la época, lleno de detalles magníficos en segundo plano como la fábrica de calzado Bata o el castillo de Praga. Los diálogos de Novák, por el contrario, tienen un puñado de momentos desconcertantes, no sé si provocados por la traducción. Aparte de eso, se echa de menos que el guion haga más hincapié en las rutinas de entrenamiento de Zátopek, precisamente una de las cosas en las que más énfasis ponía Echenoz, porque a ratos da la impresión de que el de Zlin fue encontrándose los récords y las victorias como por casualidad.
En cualquier caso, la buenísima edición (tapa dura, de Aloha! Editorial), la calidad del dibujo y la grandeza del personaje hacen que valga bastante la pena acercarse a este volumen.
Zátopek, de Jan Novák y Jaromír 99
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