De cine y literatura 4
Los restos del día
El libro: Los restos del día, de Kazuo Ishiguro
Editorial: Anagrama, 1992
Páginas: 256 p.
ISBN: 9788433911209
La adaptación: Lo que queda del día, de James Ivory
Año: 1993
País: Reino Unido
Reparto: Anthony Hopkins, Emma Thompson, Christopher Reeve, James Fox, Hugh Grant y Peter Vaughan.
Duración: 134 minutos
Por Óscar Rodríguez
El camino habitual (por lo menos en mi caso) suele ser que un libro que nos gusta sea trasladado al cine, entonces comenzamos a recelar sobre si todo lo que hemos disfrutado plasmado sobre el papel podrá ser recreado de forma rigurosa sobre la gran pantalla.
En el caso de “Lo que queda del día” o “Los restos del día” (porque lo podemos encontrar traducido de los dos modos) mi camino fue el inverso, en primer lugar me maravillé con la impresionante película de James Ivory, con las portentosas actuaciones de Anthony Hopkins, Emma Thompson y Peter Vaughan, me perdí por los pasillos de Darlington Hall escuchando en los pasillos las intrigas políticas que allí sucedían, viajé hasta Weymouth con nuestro protagonista y viví ese romance tan típicamente inglés en el que los silencios y las miradas dicen mucho más que las palabras.
En esta ocasión mi miedo estaba en ver si el libro podía producirme de nuevo todas estas sensaciones, y por supuesto que lo logró, no en vano el propio Kazuo Ishiguro colaboró en el guión de la película asegurándose que con sus pequeños cambios conservaba la esencia de la genial novela original.
El díptico que forman en este caso novela y película hace que podamos disfrutar la historia por igual en ambos formatos, aprovechando las ventajas de cada uno de ellos. El libro nos introduce de manera más detenida en las costumbres británicas y nos detalla más profundamente la psicología de Stevens, mostrándonos esa “obsesión” por su trabajo heredada de su padre. Por otra parte la película aprovecha las ventajas de la pantalla para construir escenas que serían muy difíciles de recrear en la novela, ya que el lenguaje no verbal es el principal protagonista en la relación entre Anthony Hopkins y Emma Thompson, así por ejemplo, la emoción que desprende esa escena final con un primer plano a sus manos (no explicaremos nada más para no estropear el final a nadie) y una interpretación sublime por parte de los dos actores me parece uno de los instantes más maravillosos de la historia del cine y que sin embargo sería imposible de recrear mediante la palabra. En definitiva una gran obra que merece ser disfrutada por igual en sus dos versiones.