La luz fantástica, de Terry Pratchett
A veces las tareas más difíciles y complicadas no son siempre realizadas por las personas más indicadas para ello, quizás penséis que estoy hablando de política y que os habéis equivocado al entrar en la página, pero no, sigues estando en libros y literatura y esto solo era un pequeño juego para demostrar que los clásicos siempre están de actualidad.
Volver al universo creado por Terry Pratchett en su serie de libros de “Mundodisco” es todo un placer, mi primer contacto con “El color de la magia” me dejó un gran sabor de boca y he podido comprobar que no se trataba de un hecho aislado, si no que su extensísima saga promete hacerme pasar grandes momentos a partir de ahora.
Si algo he oído siempre sobre esta saga es que sus libros se podían leer por separado y en cualquier orden, sin perder demasiados datos y entiendo todo exactamente, a pesar de ello, en “La luz fantástica” retomamos la historia que dejamos interrumpida en el final de “El color de la magia”, es decir, se trata de una secuela pura y dura, continuando con el argumento del anterior libro, a pesar de ello, creo que es una novela que se podría leer por separado y por sí sola porque los personajes se presentan a sí mismo rápidamente con sus acciones y el propio autor va dejando durante el libro pequeñas explicaciones por si algún lector no conoce el capítulo anterior de la saga.
“Gran A’Tuin, la tortuga estelar, con su caparazón escarchado de metano, agujereado por cráteres de meteoritos, erosionado por el polvo asteroidal ……. Gran A’Tuin, con sus gigantescas aletas lentas y tristes, con su caparazón pulido por las estrellas, avanzando trabajosamente por la noche galáctica bajo el peso del Disco. Tan grande como un mundo. Tan vieja como el tiempo, tan paciente como un ladrillo …. Por supuesto, los filósofos han discutido durante años el tema del destino hacia el que se dirige Gran A’Tuin, y a menudo han manifestado su miedo a no averiguarlo jamás. Pues lo van a averiguar dentro de un par de meses. Y entonces sí que tendrán miedo de verdad”.
Nos encontramos de nuevo con Rincewind, Dosflores y el equipaje, en esta ocasión con una misión que está muy por encima de sus inexistentes habilidades, salvar el Mundodisco. Así el destino de todo el universo queda en manos de un mago que solo conoce un hechizo, de un turista que no duda en pararse a hacer fotos (o mejor dicho tomar imágenes con su iconoscopio, en cuyo interior hay un pequeño demonio que pinta) en los momentos de mayor peligro y de un baúl cuyo único objetivo es perseguir a su dueño llevándose por delante lo que haga falta.
A nuestro trío de protagonistas se unirán en esta ocasión Cohen, el barbaro, un guerrero legendario que comienza a tener demasiados achaques y Bethan, una joven a la que salvan de un asesinato ritual. Y por supuesto no faltará la aparición de La Muerte, siempre pendiente de cumplir con su trabajo y de Ysabelle, la hija de la muerte en el sentido más estricto de la palabra.
El modo de escribir de Pratchett es incisivo y desenfadado como su sentido del humor, párrafos cortos, frases directas y acción continuada, la falta de separación por capítulos en un primer momento se puede hacer algo extraña pero en seguida te acostumbras a ello, pero si hay algo en lo que el escritor británico destaca es en la creación de diálogos, las réplicas y contrarréplicas de sus personajes están llenas de mordiente y hacen que el ritmo de la narración nunca decaiga, convirtiendo a los lectores de sus libros en auténticos devoradores de páginas e incluso de novelas, esperando con ansia cual será la siguiente ocurrencia del autor para ser capaz de sorprendernos de nuevo.
En definitivas cuentas nos encontramos de nuevo en una loca carrera en la que nuestros protagonistas deberán huir de la muerte, salvar jovencitas, luchar contra ogros y magos y salvar su mundo. Con ésta premisa está claro que ésta entrega de la saga se centra un poco más en la aventura y la fantasía que “El color de la magia” que se basaba más en el humor puro, pero estando Terry Pratchett por medio no hay que preocuparse, la situación más heroica o la batalla más cruel siempre está narrado desde su punto de vista, ácido, irónico e incluso en ocasiones completamente surrealista, por lo que las sonrisas e incluso las carcajadas siguen estando aseguradas.