La playa de los ahogados

La playa de los ahogados, de Domingo Villar

Hace pocos días os recomendaba “Ojos de Agua”, primera novela de un Domingo Villar, que se ha ganado a pulso su sitio dentro del panorama nacional, en lo que a novela negra se refiere. Tras disfrutar con el primer título de la serie del inspector Leo Caldas, hoy traigo a Libros y Literatura el segundo episodio, “La playa de los ahogados”.

En esta ocasión, un marinero aparece muerto en una playa cercana a Vigo, en la parroquia de Panxon, arrastrado por el mar. Todo hace indicar que se trata de un suicidio o de la vida de otro marinero muerto mientras faenaba en su barca, pero los fantasmas de un pasado turbio en el pueblo obligan a Leo Caldas a investigar un suceso que esconde muchos cabos sueltos. Para ello contará una vez más con la inestimable ayuda de su compañero de fatigas, el agente Estévez, que sigue sin amoldarse a la peculiar idiosincrasia del pueblo gallego, cuya ambigüedad no ayuda a la resolución del caso.

El detective Leo Caldas empieza a investigar el fallecimiento de Justo Castelo (así se llama el ahogado); Descubre que tanto él como dos marineros más sufrieron un naufragio hace décadas donde murió el capitán de la embarcación, cuyo nombre vuelve a ser oído con frecuencia por las calles del pequeño pueblo costero. Esto anima al inspector Caldas a iniciar una investigación con los dos marineros supervivientes como principales sospechosos, en una investigación que dará demasiados quebraderos de cabeza.

Una vez terminado el libro me quedo con poco que comentar. Lo más cómodo y sencillo sería coger mi reseña de “Ojos de Agua” y decir… “La playa de los ahogados es igual de buena que la anterior pero con 300 páginas más”. Una reseña de una frase pero que no engaña para nada al lector. Quien disfrutó con la primera entrega disfrutará tanto o más con esta.

En “La playa de los ahogados” encontramos a un Domingo Villar más maduro en su escritura, con una historia más cocinada y unos personajes mejor perfilados, lo que ayuda a meterse de lleno en la lectura y a disfrutar más de ella. En esta ocasión, dejamos la ciudad viguesa para trasladarnos al corazón de las Rías Baixas, donde el autor vuelve a describir a la perfección el día a día de un pueblo marinero, con sus subastas en las lonjas, sus nasas apiladas en el puerto y sus supersticiones imperecederas.

Para mí el punto fundamental a favor de Domingo Villar está en la perfección con la que rodea a la novela negra de un ambiente y aroma idílicos. Sus libros no sólo sirven como entretenimiento y compañía, sino que también pueden convertirse en una estupenda guía de viajes para el que quiera pasar unos días conociendo Vigo y sus alrededores. En verano como muy tarde espero hacerme una escapadita a las playas pontevedresas, y sin duda visitaré el Templo Votivo del Mar (Panxón), el Monteferro, y por qué no, una paradita gastronómica en el bar “Eligio” de Vigo, donde el inspector Leo Caldas coge las fuerzas necesarias para resolver sus casos con maestría. Y ya que estamos con el inspector, se agradece mucho el mayor conocimiento que tenemos sobre el personaje, del que sabemos algo más sobre sus amores, su familia, y su programa de radio, en el que no termina de estar del todo contento.

No os lo penséis. Con Domingo Villar y sus libros no sólo disfrutaréis de una novela negra. Sus libros vienen acompañados de buena gastronomía, buenos parajes y olor a mar en cada una de sus páginas.

LO MEJOR: La recreación del día a día en un pueblo marinero como es Panxón.

LO PEOR: Tener que esperar para volver a leer a Leo Caldas

@malagonc

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