Los sinsabores del verdadero policía, de Roberto Bolaño
Un texto inacabado, corregido a medias, pero en el que vamos a encontrar al mejor Bolaño.
Hace ahora casi un año, el mercado editorial sufría un pequeño terremoto: seis años después del fallecimiento de Roberto Bolaño salía a la venta una nueva novela suya, El Tercer Reich. Recuerdo haberla comprado el mismo día que llegó a las librerías y haberla leído con una extraña mezcla de precaución –sospechaba que podía tratarse de un conjunto de notas y apuntes sueltos, publicados con un criterio más comercial que literario– y nerviosismo. Aunque perteneciera a las primeras etapas del autor, El Tercer Reich resultó ser una novela de gran calidad, completa y terminada. Después de haberme hecho a la idea, tras la póstuma 2666, de que ya no disfrutaríamos de más novelas de Bolaño, tener de nuevo en las manos un libro suyo supuso un cúmulo de sensaciones: al placer de su lectura se unió una emoción mezclada con sorpresa, como reencontrarse con alguien querido a quien ya no esperabas volver a ver, y la certeza de que esta vez sí que tocaba despedirse para siempre: esta sí era la última obra de Bolaño.
Pues no, no era la última. Ha pasado casi un año y aquí está Los sinsabores del verdadero policía. Si El Tercer Reich era una novela terminada y revisada, pero menor (o al menos más temprana), Los sinsabores del verdadero policía es todo lo contrario: un texto inacabado, incompleto, corregido a medias, pero en el que vamos a encontrar al mejor Bolaño. Mientras que en la primera ya se adivinan los temas y maneras que luego serían la “marca de la casa” de las mejores obras de Roberto Bolaño, la que acaba de publicarse es una explosión creativa en la que la escritura del chileno alcanza su máximo nivel.
Una obra inacabada no es necesariamente una obra peor. Sin terminar está La Sagrada Familia y es la obra maestra de Gaudí, visitada por miles de personas cada día. Los sinsabores del verdadero policía es una novela que recuerda en muchos aspectos a 2666. Quien haya leído esta última y recuerde su estructura fragmentaria y su carácter múltiple, heredera en cierto modo de Rayuela (aunque no estoy seguro de que a Bolaño le hubiese gustado demasiado esta comparación), estará de acuerdo conmigo en que si un texto puede funcionar a pesar de no haber sido completado, es uno de estas características. Aquí lo que importa no es el conjunto, sino los cientos de piezas que forman el puzzle, en cada una de las cuales Bolaño deslumbra con su vitalidad, su pasión por la vida y la literatura y su capacidad para fabular. No es que Los sinsabores del verdadero policía no tenga un hilo argumental definido, es que tiene miles de ellos. ¿Qué importa si algunos no están terminados?
Al igual que cuando se navega por Internet cada página abierta contiene multitud de enlaces que llevan a otras tantas páginas, relacionadas o no con la de origen, en Los sinsabores del verdadero policía, como en 2666 o en Los detectives salvajes, las historias nacen unas de otras y cada personaje convoca a una multitud. No me atrevo a calificar estos libros de hipertextuales, porque no es el lector el que controla los saltos entre las historias, pero la lectura se desarrolla de una forma similar. Quizá sea más acertado pensar una gran edificación laberíntica en la que, aunque creamos seguir un camino trazado –el de los protagonistas–, continuamente aparecen puertas que se abren a nuevos itinerarios, atajos, rodeos y salas sin salida.
Precisamente ahí es donde uno es consciente de que Los sinsabores del verdadero policía está inconclusa: muchos de las puertas no llevan a ninguna parte o están cerradas y se intuye, no sin un cierto desconsuelo, que buena parte de las habitaciones y pasillos de este laberinto se quedaron en la mente de su autor.
Leer una novela sin terminar puede ser una tarea frustrante (especialmente cuando es buena), sólo apta para fanáticos o estudiosos de autor. Sin embargo, lectura de Los sinsabores del verdadero policía, debido a las características del texto, es un juego doblemente apasionante: por una parte hay que componer el puzzle de las historias escritas por Bolaño y, por otra, adivinar las que no llegó a escribir.
Por lo demás, todo Bolaño está ahí: la poesía –los jóvenes poetas malditos–, el sexo, la violencia, la ternura, el humor, la política latinoamericana, las búsquedas interminables… los mismos vértices de 2666, de Los detectives salvajes o de Estrella distante forman la geometría de Los sinsabores del verdadero policía.
Y no sólo los temas recurrentes de la obra de Roberto Bolaño están en esta novela: personajes, historias o ciudades son familiares para el lector del escritor chileno. Hay capítulos de este proyecto, en el que Bolaño trabajaba desde los años ochenta, que al final fueron incluidos en otros libros. El lector reconocerá el particular y exhaustivo catálogo de los poetas en lengua española, clasificados según sus semejanzas con distintos tipos de homosexual; la crónica de las cinco generaciones de las Expósito, todas llamadas María, todas seducidas o violadas en la adolescencia, todas madres solteras y solitarias; la historia del sorche andaluz que combatió en la División Azul; el striptease comunicativo; la exposición de Larry Rivers.
También son viejos conocidos del lector algunos protagonistas, como el profesor Amalfitano o el misterioso escritor Arcimboldi. Si bien estos personajes presentan bastantes diferencias respecto a sus homónimos de 2666, son suficientemente parecidos, además de la coincidencia de nombres, para potenciar la sensación de paralelismo entre ambas obras.
Los sinsabores del verdadero policía es un libro difícil de reseñar e imposible de resumir, un derroche creativo con decenas de tramas, cientos de personajes y miles de bifurcaciones: leyendas y biografías dela Revolución Mexicana, relatos dela Segunda Guerra Mundial, un fantasmagórico partido de baloncesto entre el Real Madrid y el Barcelona, los asesinatos de Santa Teresa, el resumen de las novelas de Arcimboldi, Rimbaud, una película sobre Leopardi protagonizada por conocidos escritores españoles o una sanadora peregrinación al Psiquiátrico de Mondragón para visitar a Leopoldo María Panero jalonan la narración de la huida a México de Amalfitano y su hija.
Si nunca han leído a Roberto Bolaño, hay libros más adecuados para comenzar a disfrutar de su obra. Si les gustó 2666 o Los detectives salvajes, ahora tiene otra oportunidad (¿la última?) de convertirse en detectives o policías en otra investigación apasionante e imposible, porque como explica el propio autor, en esta ocasión “el policía es el lector, que busca en vano ordenar esta novela endemoniada”.
Javier BR
javierbr@librosyliteratura.es
Perdon, pero esto es un montaje editorial para vender libros aprovechandose de la fama del autor, no sere yo quien contribuya a ello.
Un saludo
Yo pensé eso mismo cuando salió “El Tercer Reich”, aunque siendo Bolaño uno de mis escritores favoritos no pude evitar comparlo. Este lo compré más confiado y tampoco me decepcionó; es exactamente lo que comento en la reseña: un libro inacabado pero con suficiente coherencia como para poder leerlo y con un estilo que recuerda mucho a “2666”. No es uno de esos textos póstumos llenos de notas del editor, con una trama que se queda a medias.
Hay que tener en cuenta que Bolaño murió joven y que era consciente de que tenía un tiempo limitado. La muerte le pilló trabajando a tope y parece ser que dejó varios proyectos en distinto estado de desarrollo.
¿Que la editorial lo saca para ganar dinero? Pues como todos y cada uno de los libros que se publican. Pero es un buen libro, o al menos a mí me ha gustado.
Muchas gracias por tu comentario, pepebadajoz.
Hace unos meses que tengo en casa ‘Los detectives salvajes’. Desde la estantería coquetea conmigo a menudo pero yo aún espero su momento. Tengo muchas ganas de leer a Bolaño pero quiero hacerlo con calma, cuando verdaderamente me apetezca y tenga tiempo de sobra para dedicárselo. Un saludo!
Gracias por tu comentario, Iván. “Los detectives salvajes” es una novela excepcional, seguro que te gustará. Ya verás que a pesar de tener muchos personajes y desarrollarse en muchos lugares, y aunque leer a Bolaño no se parece a leer a otro autor, una vez que empieces no podrás parar: se lee como está escrito, con pasión.
Acabo de terminar “Los sinsabores…” y me parece un libro muy bueno. Parece un pequeño “spin off” de 2666 y “Los detectives savajes”. Encontramos en este libro a algunos personajes aparecidos en estas dos grandes novelas (Amalfitano, su hija Rosa, Arcimboldi) y vemos aspectos que aparecieron tangenciamente el las mencionadas novelas.
No es una excusa para hacer dinero. Es una obra correcta, que forma parte del corpus boñaliano y que los que gozamos con la literatura del mallogrado escritor vamos a degustar con fruición diverasas veces.
Ojalá que queden muchos textos por publicar. Nunca nos cansaremos de Bolaño.
Me acabo de comprar Los Sinsabores del Verdadero Policia, y apenas comienzo, me encuentro con el mismo texto calcado (acerca de la poesia y el tipo de sexualidad de los escritores) que relata Epifanio (algo así era su nombre) en Detectives Salvajes, por el medio de la primera parte (Mexicanos Perdidos en Mexico). Lo busqué, y relata exactamente lo mismo, párrafo por párrafo, punto por punto, coma por coma, autor por autor. Las mismas preguntas y respuestas. ¿Realmente Bolaño se autoplagio y puso 3 páginas identicas en este libro pero con otros personajes?? Creo que de haberlo editado él en vida habrías sacado o cambiado dicho comienzo, que despues de escribirlo decidió ponerlo en Detectives. ¿Que opinan? ¿Saben de lo que hablo? una lastima.
Pues es como tú dices, Joel. Al parecer, Bolaño decidió aprovechar algunos pasajes de “Los sinsabores…” (y no solo el que comentas, también hay alguno más), para otras novelas suyas. Supongo que había decidido abandonar “Los sinsabores…” y no entraba en sus planes que se llegara a publicar jamás.
Es cierto que este es un libro incompleto, y choca mucho encontrar fragmentos que ya se conocen por otras novelas, pero es el precio a pagar por conocer los papeles que Bolaño dejó en su escritorio.
Gracias por tu comentario.